Se define como un biólogo sintético loco, pero no lo está y no está solo. No es el único investigador que cree que Marte puede ser parte del origen de la vida humana.“Las pruebas apuntan a que, en realidad, todos somos marcianos, a que la vida empezó en Marte y llegó a la Tierra en una roca”, ha dicho el químico y biólogo Steven Benner en la conferencia Godschmidt, un encuentro anual organizado de la Asociación Europea de Geoquímica y la Sociedad Geoquímica que ha reunido en Florencia a más de 4.000 científicos. Y el mundo ha contenido el aliento.
Steven Benner dejó su distinguida posición en la Universidad de Florida en 2004 para incorporarse al Westheimer Institute of Science and Technology and the Foundation for Applied Molecular Evolution, después de empezar su carrera en Harvard y en el Instituto Federal de Tecnología de Zurich.
Su búsqueda de conocimientos sobre los orígenes de la humanidad y, lo que siempre ha sido su búsqueda vital, el desarrollo de la vida, lo realiza desde diferentes direcciones, desde el Instituto de Astrobiología de la NASA desarrolar test de vida en otros planetas desarrollando elementos paleontológiocos que van desde proteínas ancestrales o usando recreaciones con biótica química para explicar, aunque sea de forma química el origen de la vida. El científico también investiga nuestro ADN y su desarrollo.
El hombre que ha señalado que en el fondo todos somos marcianos no es ningún chalado que cree en cosas extrañas, estuvo en Harvard bajo la supervsisión de los mejores (Bob Woosward entre ellos). Nennser fue el primer en sintetizar un gen. Eso le ha ayudado a volver a jugar con la búsqueda de los orígenes del hombre. También ha trabajado para la NASA con la que intenta detectar potenciales materiales genéticos. A pesar de sus grandes ambiciones experimentales muchas de sus creacionesja logrado un avance en medicinas referentes al VIH y la hepatitis. Le ha dado timpo a fundar dos compañías de renombre EraGen Biosciences and Firebird Biomolecular Sciences.
Benner suele decir que si intentamos investigar la vida dentro de una botella nunca llegaremos a ningún sitio, por eso él mira al espacio, a otros planetas, o organismos que viven en un mundo con sus características, la única manera para que un investigador sea capaz de saber cómo reaccionan en su entorno. Ahora está convencido que la vida que vivimos es producto de un meteorito que trajo esa vida a la Tierra. Y esa vida, en comunión con el ambiente floreció.
“Mi trabajo consiste en averiguar qué tipo de señales serían detectables si no nos encontramos con la vida tal como la conocemos en la Tierra o un hombrecillo verde con una pistola de rayos que nos dispara”. En la teoría que ha presentado hoy en Florencia habla de dos teorías
La paradoja del alquitrán parte del hecho de que los seres vivos estamos hechos de materia orgánica; pero, si añades energía -calor o luz- a moléculas orgánicas y te olvidas de ellas, no crean vida, sino que se convierten en algo parecido a alquitrán o aceite. Elementos como el boro evitan ese salto… y el boro existe en Marte. Y más sorprendente, la paradoja del agua que es tóxica para los biopolímeros, o lo que es lo mismo macromoléculas de los seres vivos. ¿Cómo se abrió paso entonces la vida en el agua de la tierra? Benner cree que todo se debió a un meteorito.
No es el único que piensa que Marte tiene mucho que ver con la Tierra, que están conectadas
El físico y divulgador Paul Davies comparte esa opinión y la idea del posible viaje interplanetario de la vida. “Marte y la Tierra no están aislados en cuarentena. Intercambian materiales de manera regular en forma de rocas expulsadas por impactos y, aunque el tráfico de Marte a la Tierra supera con mucho el que va en sentido inverso, a lo largo de la historia astronómica deben haber acabado en Marte grandes cantidades de materiales terrestres, en buena parte infestados de microbios. La mayor parte de los pasajeros habrán perecido en el viaje, pero no todos. Si hace mucho tiempo Marte se parecía a la Tierra mucho más que en la actualidad, al menos algunos de esos polizones terrestres podrían haber prosperado en su nuevo hogar. Y, a la inversa, es del todo posible que la vida terrestre no se haya originado en la Tierra, sino que provenga de Marte”, escribe Davies en Un silencio inquietante (2010), según explica Luis Alfonso Gámez en su blog de ciencia. Benner, de loco nada.