José Manuel Lara Bosch falleció el 31 de enero de 2015, después de dirigir la Corporación Planeta durante veinte años. El que le suceda no sólo se pondrá al frente de una cuenta de resultados, sino que como accionista de referencia de AtresMedia también deberá conseguir que la superestructura política esté tranquila.
Para mí tengo que la figura y el desempeño profesional de José Manuel Lara Bosch (Barcelona, 1946) era solo comparable a la de Jesús Polanco (Madrid, 1929-2007). Ambos partieron de sendas editoriales de libros, Planeta y Santillana, respectivamente, para a partir de ellas crear conglomerados multimedia a uno y otro lado del Atlántico sin parangón en España con intereses en prensa diaria, producciones cinematográficas, emisoras de radio, cadenas de televisión…
Si Polanco se apoyó en Felipe González para dar el salto a la televisión –que, no nos engañemos sigue siendo el gran negocio del entretenimiento y la información–, José Manuel Lara tuvo en 2003 el apoyo de José Mª Aznar para comprar Antena 3 a Telefónica Media. No es raro, por eso, que los diarios insignia de ambos grupos –El País y La Razón—sean pertinaces defensores de PSOE y Partido Popular.
Trayectorias semejantes aunque con praxis bien distintas: mientras el Grupo Prisa –Canal Plus, Cadena SER, El País—se desenvolvía en la órbita e intereses del PSOE, la política editorial de Lara fue mucho más abierta: no solo era capaz de mantener simultáneamente dos diarios tan contrapuestos como La Razon y Avui, sino que, además, el canal televisivo La Sexta, propiedad de AtresMedia, ha sido y parece que seguirá siendo el impulsor de Pablo Iglesias y su partido ‘Podemos’, que es constantemente criticado por Antena 3, también del grupo.
Como todo el mundo sabe el fallecimiento de Jesús Polanco, en julio de 2007, supuso también el comienzo del declive y desaparición de Prisa, que ya ha perdido el negocio televisivo, y el resto de sus actividades están en manos de los acreedores. Desde luego no está escrito que la muerte de José Manuel Lara Bosch suponga la desaparición del imperio creado por él, pero sí es evidente que su sucesión resultará extremadamente difícil. La dificultad crece cuando se trata de una empresa familiar, con el capital repartido entre hermanos, hijos y primos.
El mercado especula con nombres de sucesores, principalmente dos José Crehueras, que a su condición de representante del capital de las hermanas Isabel e Inés Lara Bosch en los órganos de gobierno de la Corporación Planeta, une la de ser amigo personal del fallecido. El segundo nombre, pero no menos importante, es el primogénito, José Manuel Lara García, que lleva años como vocal del consejo de Corporación Planeta y director financiero del grupo.
¿Tiene alguno el perfil de su antecesor? Desde luego que no, pero la vida enseña que eso no significa mucho: cuando José Manuel Lara Bosch tomó el mando de Editorial Planeta en 1995, a raíz de la muerte en accidente de tráfico de su hermano Fernando, fueron pocos lo que apostaron por él. A la sazón Lara Bosch rondaba cincuenta, siempre había vivido a la sombra de su padre Lara Hernandez y se le conocía por una vitalidad arrolladora, demasiado arriesgado y fiado a su intuición, poco aficionado a los números y a encerrarse en un despacho… Pero lo cierto es que a su muerte, solo cabe quitarse el sombrero por el trabajo desarrollado por aquel hombre que llegó la cúspide por el accidente de su hermano.
En sus últimos años de vida José Manuel Lara Bosch se había convertido en una institución, un cataluz al que se le escuchaba y podía alzar la voz en cualquier despacho de Barcelona, de Madrid, de Valencia, de Sevilla… De hecho, en sus últimas semanas de vida, la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría viajó a Barcelona para negociar el nuevo modelo de televisión con un José Manuel Lara que ya no salía de su casa, agotado por más de tres años de lucha contra el cáncer de páncreas.
Es verdad que Corporación Planeta y AtresMedia cuentan con equipos directivos formados por excelentes profesionales que desde hace años llevan el día a día de cada una de las empresas. También lo tenía Prisa, pero al final ni Juan Luis Cebrián –que fue nombrado Consejero Delegado por el propio Polanco—ni ninguno de los hijos y sobrinos del fundador encontraron la piedra filosofal que les llevara, en el terreno interno, al liderazgo indiscutido de la empresa. Y, de puertas afuera, a encontrar la distancia ajustada para lidiar el toro de los políticos.
En el terreno de la gestión pura y dura la Corporación Planeta, como cualquier empresa española en estos tiempos críticos, contabiliza una deuda de buen tamaño: más de 600 millones de euros. Es verdad que en 2008 la deuda superaba los mil quinientos millones y que AtresMedia, en la que Planeta tiene casi el 50 por ciento, es una máquina de ganar dinero (47 millones de beneficio neto en los nueve primeros meses de 2014). Pero la compra en 2008 de la segunda editorial francesa, Editis, fue financiada ‘a pulmón’ y todavía pesa en el balance de la compradora. Lo cierto es que desde entonces los ejercicios de Planeta se cierran con números rojos, que en 2013 fueron de 31,6 millones. Seguro que también pesa en las cuentas la pobre evolución bursátil de Banco Sabadell, del que Lara Bosch era vicepresidente tras comprar ‘un paquetón’ de casi el cinco por ciento, a precios muy por encima de los de ahora.