Es el rayo que no cesa: la deuda del conjunto de las administraciones públicas españolas alcanzó en diciembre del año pasado los 961.555 millones de euros. Es un 8,7% más que al cierre de 2009 y supone que el Estado tuvo que endeudarse en otros 76.891 millones de euros para cubrir la diferencia entre ingresos y gastos. Dicho de otra forma, las cuentas no salen. Estas son las consecuencias de que la deuda haya roto todos los récords y alcance ya el 94,02% del PIB.
-Freno a la recuperación. Pese a la gran subida, el volumen de deuda acumulado en 2013 está incluso un poco por debajo de las previsiones del Gobierno, que esperaba una subida hasta el 94,2% del PIB. Sin embargo, es sólo un pequeño consuelo, porque el Ejecutivo sorprendió a los mercados el pasado mes de octubre con una estimación del 99,8% para 2014 muy superior a la de todos los analistas y a la suya propia, que era de ese casi 99%… pero en el año 2016.
La recuperación económica puede ser la primera víctima de este imparable rally del endeudamiento. Si el Gobierno no consigue detener la sangría serán necesarias nuevas medidas de ajuste de gasto -salarios o impuestos- que ralentizarán el ya de por sí muy discreto crecimiento económico en España, de apenas un 0,3% en el último trimestre del año pasado.
España se juega mucho en el envite. Según un estudio de BBVA Research publicado en mayo, reducir la deuda pública al nivel de 2007 supondría un aumento del PIB de casi un 5%, de la inversión en alrededor del 6,5% y una reducción de impuestos de casi diez puntos. Según el mismo informe, un aumento de 10 puntos porcentuales del ratio de deuda sobre el PIB -antes del comienzo de la crisis se situaba en el 36%, casi 60 puntos porcentuales por debajo de los niveles actuales- supone una rebaja de dos décimas en la tasa de crecimiento de la renta per cápita. Por el contrario una reducción supone un aumento del PIB a largo plazo del 0,8%.
-Pendientes de los mercados. La prima de riesgo no se ha inmutado tras la publicación del dato, que está dentro de lo esperado. Sin embargo, a medio y largo plazo, que el endeudamiento no deje de subir condena a España a estar en manos de los mercados. Las emisiones brutas de España se van a situar a 242.370 millones de euros este año, una cifra sin precedentes y con grandes picos en abril, julio y octubre por encima de los 25.000 millones de euros.
De momento, el diferencial con Alemania no da más que alegrías y la deuda española se está vendiendo muy bien dentro y, sobre todo, fuera de España. Así lo demuestran los más de 40.000 millones de euros de demanda que registró el Tesoro en su emisión sindicada de enero, la mayor de la historia. Pero si los problemas vuelven, la dependencia de España de los mercados será muy grande.
-Presión a las economías familiares. El proceso de reducción de la deuda española será lento. Tanto que este año subirá con casi absoluta seguridad por encima del 100% del PIB. Por lo tanto, aún está lejos de tocar techo. El todavía anémico crecimiento de Europa en general y de España en particular condenan al país a una larga travesía del desierto que el comisario de asuntos económicos de la Unión Europea, Oli Rehn, ha cifrado en 10 años desde que el Gobierno empezó a tomar medidas drásticas. Es decir, que quedan siete largos ejercicios de sufrimiento para las familias.
En este escenario, el Gobierno no va a tener más remedio que seguir aplicándose en la senda de la reducción del déficit. De momento, habrá que esperar al año que viene para que se aplique el nuevo sistema impositivo. Mientras, continuarán los recortes en Sanidad, Servicios Sociales o Educación que este año casi alcanzarán los 15.000 millones de euros.