La baja participación electoral es un quebradero de cabeza para los dirigentes políticos. La ciudadanía ha aumentado su desafección en los últimos años, debido a la pérdida de confianza en la clase política: ya no se siente partícipe de la toma de decisiones que afectan en su día a día. La tecnología podría ayudar a reconducir la situación; sin embargo, todavía no se dan las condiciones de seguridad y privacidad para dar el salto a la democracia digital.
Iniciativas como Change.org o las consultas promovidas por el Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, han empoderado al ciudadano y han dado visibilidad a sus puntos de vista sobre un tema determinado. Estos han visto cómo sus peticiones han prosperado gracias a las plataformas de ‘e-voting» o votación electrónica, incluso muchas de ellas han llegado a las manos de los responsables de tomar las decisiones.
La fórmula ha sido un éxito que también se ha extrapolado a otras áreas como programas de televisión y encuestas online. Pero para “algo tan serio como unas elecciones, no puede tomarse a la ligera”, asegura Hervé Lambert, Global Consumer Operations manager de Panda Security. El experto afirma que hasta que la ciberseguridad no esté totalmente contrastada en este tipo de sufragios, no se podrá votar desde casa.
Hackeo de votos
La privacidad del votante y la adulteración del voto son los principales escollos para aplicar la tecnología en unos comicios electorales. Las urnas digitales están conectadas a Internet y envían la información a un servidor central, lo que implica que “pueden ser hackeadas de una u otra manera”.
Influir en los resultados de la votación, modificar las cifras de participación o incluso suplantar la identidad de quienes no han emitido su voto son algunas de las consecuencias que pueden derivarse de un hackeo a estas urnas digitales.
No obstante, Estados Unidos, Brasil, Bélgica o Venezuela, entre otros países, permiten a sus ciudadanos votar telemáticamente en las elecciones para elegir a sus representantes públicos.
Lambert explica que la identidad de las personas se puede acreditar con sistemas biométricos: “Brasil ya los utiliza”. Pero el verdadero problema, según el experto de Panda Security, es que los hackers sean capaces de modificar el recuento de votos a través de la instalación de un programa malicioso. Durante las pasadas elecciones presidenciales en Estados Unidos, en las que salió elegido como presidente Donald Trump, se sospechó que el Gobierno ruso había interferido en los resultados finales utilizando este método.
Despotismo digital
Hacer la compra, gestionar la cuenta corriente o conocer a nuestra pareja ya es posible gracias a la irrupción de las nuevas tecnologías. Sin embargo, desde Panda subrayan que todavía no se dan los elementos necesarios para garantizar por completo la seguridad de la democracia digital.
A la adulteración del voto, en este sentido, se une el riesgo de filtración de la información de los participantes y que los gobernantes puedan tomar decisiones en consecuencia. Además, el ‘e-voting’ tampoco asegura que las personas emitan su idea de forma libre y consciente.