La lactosa es una molécula que es el azúcar principal de la leche de los mamíferos y por eso es conocida como el azúcar de la leche. Cuando tomamos lactosa, esta se tiene que descomponer en los dos azucares que en realidad la forman, la glucosa y la galactosa. Esta degradación de la lactosa en los dos azúcares que la componen es imprescindible para poder ser absorbida y digerida, y así pasar a la sangre. Para descomponerse en estos dos azúcares, la lactosa a su paso por el intestino delgado es degradada por una enzima que se llama lactasa.
Como dijimos, la leche de mamífero es el alimento que contiene más lactosa. Así, 100 mililitros de leche de vaca tiene aproximadamente unos 5 gramos de lactosa mientras que 100 mililitros de leche humana tiene 7 gramos de lactosa.
Algunas personas, por diferentes causas, pueden tener poca lactasa en su intestino. Por eso, cuando toman algún alimento que en su composición tenga lactosa no pueden degradarla en sus dos azúcares, glucosa y galactosa, y sufren diarreas, hinchazón, naúseas, gases, es decir un gran malestar que conocemos con el nombre de intolerancia a la lactosa.
La intolerancia a la lactosa puede ser el resultante de causas muy diferentes. Una de estas causas puede ser simplemente la herencia genética, produciéndose la conocida como intolerancia a la lactosa primaria. Existe una mutación genética en el gen de la lactasa que hace que las personas que en su ADN tienen esta mutación, sufren una alta probabilidad de convertirse en intolerantes a la lactosa porque generen menos lactasa y, por lo tanto no puedan degradar la lactosa. Este tipo hereditario de intolerancia a la lactosa en muchos casos es progresiva. De tal forma que una persona que tiene la mutación asociada a la intolerancia a la lactosa, puede inicialmente tolerar bien la lactosa pero en un momento de su vida esta mutación empieza a cobrar importancia y de forma lenta pero progresiva va a ir sintetizando su intestino menos lactasa convirtiéndolo poco a poco intolerante a la lactosa. Este tipo de intolerancia a la lactosa, una ve que ocurre es irreversible.
Pero siendo importante la herencia genética en la producción de intolerancia a la lactosa, existen otras causas por las que una persona puede convertirse en intolerante a la lactosa. Estas otras formas de inducción de la intolerancia a la lactosa, van a dar lugar a lo que se ha llamado intolerancia a la lactosa secundaria. Entre las causas que producen intolerancia a la lactosa secundaria destacan, infecciones en el intestino o enfermedades inflamatorias del intestino que hacen que la pared intestinal se dañe y se sintetiza menos enzima lactasa y por lo tanto la persona pierda capacidad de degradar lactosa. También podría producirse una intolerancia a la lactosa transitoria. Esta ocurre por ejemplo durante o tras un tratamiento con antibióticos que dañen la pared intestinal. Esta intolerancia a la lactosa transitoria se suele revertir.
Por último señalar que algunos niños con nacimiento prematuro pueden sufrir intolerancia a la lactosa. Esta forma de intolerancia a la lactosa se llama intolerancia a la lactosa congénita.
No todo el mundo que es intolerante a la lactosa tiene el mismo grado de intolerancia. Por eso, pueden existir personas que pueden tolerar comer yogurt, que porcentualmente tiene menos lactosa en su composición, y no leche que evidentemente contiene más lactosa. Esto se explica porque estas personas conservan cierta cantidad de actividad lactasa en su intestino y las hace capaces de degradar pequeñas cantidades de lactosa.
Dice la historia que el humano, a diferencia de otros mamíferos, en la edad adulta es capaz de digerir la lactosa de la leche. Todos los demás mamíferos, después del destete, van perdiendo esa propiedad. Se piensa que es precisamente una alteración genética del gen de la lactasa la que produce la tolerancia a la lactosa. Es decir, la mutación del gen de la lactasa que se le atribuye que existan personas intolerantes a lactosa en realidad no sería la mutación, sino que la mutación sería la que produciría precisamente que toleráramos la lactosa. Se piensa que en algún momento de la historia de la especie humana aparecieron mutaciones en el gen de la lactasa que permitieron que siguiéramos tomando productos lácteos. Así en las regiones de la Tierra que más leche se consumía, como puede ser el norte de Europa, el porcentaje de personas intolerantes a la lactosa es muchísimo menor que por ejemplo en Asia, donde el número de intolerantes es muy elevado. Se ha datado cuando apareció la capacidad de la especie humana de tolerar la lactosa y según unos expertos de la University College London, esta debió de aparecer hace aproximadamente unos 7500 años entre los Balcanes y la Europa central. El motivo fue que se comenzó a desarrollar la ganadería y que inicialmente se consumía más que leche, quesos y yogures, que tienen ambos un contenido menor de lactosa que la leche y, por lo tanto, esto ayudó a la adaptación progresiva del organismo humano a la lactosa. Como en las regiones del norte el frio ayudaba a conservar mejor estos productos, su consumo fue mayor y por eso en las regiones del centro-norte de Europa el porcentaje de personas intolerantes a la lactosa es menor. Sirva de apoyo a esta teoría el conocimiento de que en el sur de Europa el número de intolerantes es mucho mayor que en el norte de Europa. Por ejemplo, en España o Grecia el porcentaje de personas que se piensa que podrían ser intolerantes a la lactosa es entre un 20 y un 40% de la población. Muy lejanos en cifras a la población asiática donde el porcentaje de intolerantes se acercan a cifras de 90-95% de la población. En el centro-norte de Europa, incluyendo países como Noruega, Bélgica u Holanda, sin embargo, el porcentaje de intolerantes a lactosa es, como hemos comentado, significativamente mucho menor, no llegando a alcanzar, según los expertos, cifras mucho más altas del 5-7% del total de la población de estas áreas.