Castigar con la cárcel no va a contribuir a que los padres muestren más cariño a su hijo, sino que puede estigmatizar a la familia y alejar más al niño del marco de protección del hogar. Es la conclusión que dan psicólogos, juristas y sociólogos consultados sobre la polémica propuesta legislativa del Gobierno de David Cameron de considerar un delito castigado con hasta diez años de prisión “el trato emocional cruel” al menor. El proyecto se conoce como Ley Cenicienta y pretende clarificar el concepto de abuso emocional a los hijos. En la definición, los legisladores británicos hablan de la carencia afectiva como norma, la humillación, un castigo degradante y utilizar al niño como chivo expiatorio.
“No hay parámetros para medir el cariño, el nivel de afecto en la familia. Pero hay diferencias culturales”, señala Francisco Rodríguez, director del Instituto de Evaluación Psicológica (EOS), que considera “exagerada” la ley inglesa “y una forma de meterse en las familias” sin la seguridad de que esa manera se vaya a solucionar el problema. Además, detectar un caso de carencia afectiva o abuso emocional no es fácil y normalmente es resultado de factores familiares, de contexto social y circunstancias económicas.
Liliana Orjuela, especialista en derechos de la infancia en Save The Children, sostiene que “la sanción penal no a va a garantizar que los padres adquieran los vínculos afectivos con el hijo y dejen la violencia verbal y la crueldad”. Piensa que la respuesta debe ser administrativa y que los servicios sociales deben formar a esos progenitores en la educación de sus hijos y ayudarles en la crianza. Es la respuesta que se da en España ante supuestos de desatención –mala alimentación, falta de higiene, descuido sobre el estado de salud. Intervienen los servicios sociales por la vía administrativa, que hacen un seguimiento a los padres, les forman y atienden al menor. Temporalmente, un juez puede apartar a los niños de sus padres, cuando la situación de abandono afectivo-familiar es grave, y los pequeños van a centros y familias de acogida.
La justicia británica es intervencionista
“La propuesta de Gran Bretaña debería poner el foco en la promoción del vínculo afectivo, con un enfoque de parentalidad positiva. Se trata de formar a los padres a cómo educar a sus hijos”, indica Orjuela.
Ángela Serrano, profesora de la Universidad Católica de Valencia y autora de trabajos sobre la violencia en la infancia, subraya que “a la familia hay que formarla, no estigmatizarla con sanciones penales. La Ley Cenicienta es invasiva. En su lugar, debería haber una respuesta terapéutica para que el hogar sea la institución de apoyo al menor”.
Cameron dice que hay 1,5 millones de niños maltratados
La sociedad británica es más intervencionista y patriarcal y el Estado asume un rol tutor en muchas cuestiones de la vida familiar. Por ejemplo, el Parlamento británico aprobó en febrero la prohibición de fumar dentro de los coches cuando viajan niños. El Gobierno de Cameron calcula que más de 1,5 millones de niños pueden ser víctimas de maltrato emocional, físico y de abandono. El 28% de los casos que llegan a los servicios sociales son “abusos emocionales”, según la organización NSPCC, que participa en el debate de la Ley Cenicienta.
Los vínculos afectivos son más fuertes en la familia española
Myriam Fernández Nevado, jurista y vicepresidenta de la asociación de infancia GSIA, explica que en la Ley Cenicienta ha tenido influencia la teoría del apego del británico John Bowlby. “Se ha estudiado que cuando en la crianza ha habido falta de lazos afectivos, el adulto puede tener desequilibrios psicológicos que les repercute en sus relaciones sociales. El niño que está bien criado en lo emocional será un adulto equilibrado, gestionará bien sus emociones y el conocimiento”.
“El problema del daño emocional es encontrar la prueba. Los juristas no saben cómo demostrarlo. A los servicios sociales británicos les están llegando casos de falta de atención y abandono, pero no saben cómo gestionarlos porque no hay un ilícito penal”, señala.
El maltrato infantil afecta al 4,25% en España
¿Hay casos en España de niños con malvadas madrastras? Los expertos coinciden en que los vínculos afectivos son más fuertes en la familia española que en la cultura anglosajona. La sociedad mediterránea es más matriarcal y el hogar ha vertebrado relaciones sociales y también se ha convertido en esta crisis en un sostén, económico y afectivo. No significa que no se produzcan casos de falta de cariño en el niño, pero suelen estar asociados a casos de maltrato infantil –físico o psicológico- o circunstancias económicas. “La crisis es un factor de riesgo. Los padres están sometidos a un alto nivel de estrés, están en paro, se quedan sin la prestación y pueden sentir de forma puntual que los hijos son el obstáculo de su proyecto y los culpabilizan”, asegura Ángela Serrano.
Según el Observatorio de la Infancia, con datos de 2011, el 4,25% de los niños de entre 8 y 17 años ha sufrido algún tipo de maltrato en familia (físico, psicólogo con amenazas y humillaciones, desatención, una mala alimentación…). El más frecuente es el psicológico, pero estrechamente ligado al físico. El más difícil de probar e identificar es la carencia afectiva y la situación de abandono en el hogar.