El castigo físico a los hijos, un chacotee o colleja, sigue siendo un tema de polémica en España. El revuelo ha vuelto al debate social porque el Consejo de Europa ha denunciado a Francia por no prohibir el »bofetón» educativo.
En España, el castigo físico está prohibido por el artículo 154 de Código Civil desde 2007. Hasta entonces, estaba permitido que los padres «corrigiesen de forma razonable y moderada» a sus niños si era necesario justificando un cachete como castigo físico leve y aislado.
Pero durante ese año el Consejo de Ministros con el apoyo de PSOE, IU, ERC y el Grupo Mixto aprobó la eliminación del último «resquicio» que amparaba el castigo a los hijos.
Con la Ley 54/2007, de 28 de diciembre, de Adopción internacional que modificó el Código Civil, desapareció del artículo 154 la facultad de «corregir razonable y moderadamente a los hijos».
La Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, ratificada por España en 1990, exige en su artículo 19 a los países adheridos a «adoptar todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra personas que lo tenga a su cargo».
Pero a pesar de que la Ley prohíbe la facultad de «corrección», los jueces han entendido que aquellos castigos insignificantes, tales como una pequeña bofetada sin intención de hacer daño por su levedad, practicados con la intención de corregir un mal comportamiento de un hijo menor, no merecen reproche penal.
Según la abogada Elena Goñi, los magistrados amparan la absolución «en la impunidad del hecho, por aplicación del principio de intervención mínima del Derecho Penal». Asegura, de que a pesar de que ya no existe, hay jueces que han seguido el artículo 154 anterior a 2007.
En 2009, la Audiencia Provincial de Zaragoza revocó la sentencia de un juzgado y absolvió a un padre condenado a tres meses de cárcel por dar un cachete a su hija y un azote. Lo hizo porque se consideró que el castigo fue una corrección disciplinaria sin causar daño, no un maltrato. Pero el debate sobre la idoneidad o no del uso del cachete tiene muchas aristas.
En 2013 otro caso similar hizo aparición en los medios. Un padre dio una bofetada puntual a su hija adolescente tras una discusión. «Ella le exigió que pagara los 140 euros que costaba la pantalla de su móvil, que se había estropeado, explicó la abogada del hombre. Ante la negativa del padre, la hija comenzó a insultarle y a dar golpes, hasta el punto de que rompió una puerta. Mi cliente ha reconocido que le dio una bofetada para corregir ese comportamiento de rebeldía. Pero el fiscal pidió la pena máxima de un año de prisión y tres años de alejamiento y de privación de comunicación por un delito de violencia doméstica. La resolución judicial estimó finalmente que el padre no cometió ningún delito y ejerció su derecho de corrección.
Todo ello demuestra que a pesar de haber desaparecido del Código Civil la facultad de corrección de los padres, en la práctica se siguen justificando determinados castigos físicos leves y aislados.