El 7 de marzo de 1939, cuando la guerra civil estaba en sus últimos estertores, un barco nacional, el castillo de Olite, fue abatido por las baterías republicanas y hundido frente a las costas de Cartagena. De los 2.112 tripulantes murieron 1.476, otros 342 resultaron heridos y 294 fueron hechos prisioneros. La que pasa por ser la mayor tragedia marítima de la historia de España ha pasado sin pena ni gloria por nuestra historia hasta llegar a su 75 aniversario con la mayor parte – si no todos – de sus protagonistas ya fallecidos. Luis Miguel Pérez Adán, director del Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas (INCIS) y autor del único libro monográfico editado sobre la tragedia, nos ayuda a poner voz a los muertos y recordar qué pasó aquella mañana brumosa de marzo de 1939.
¿Por qué cree que un naufragio de tales proporciones es relativamente desconocido, al menos frente a otros episodios de la guerra civil?
El hecho fundamental por el que se ha obviado es que no existía demasiada documentación o no estaba suficientemente a la vista. Esto es debido a que se trata de un episodio casi al final de la guerra que no sirvió para nada. El bando republicano no pudo alargar la guerra y el bando nacional no fue capaz de terminarla de golpe, tal y como pretendía. El estrepitoso fracaso de la llamada ‘Expedición sobre Cartagena’ y del desembarco previsto hizo que se silenciase y que no hubiese informes explicativos ni depuración de responsabilidades.
¿Cómo estaba la guerra en marzo de 1939?
La guerra estaba prácticamente liquidada. La República poseía aún un ejército importante pero su capacidad operativa era casi nula. Tras el golpe de Estado de Casado en Madrid, la voluntad en el bando republicano por seguir la guerra era escasa. Este golpe tiene además ramificaciones en Cartagena que provocan la sublevación de la base naval, donde está amarrada la escuadra republicana.
¿Por qué se subleva la base naval de Cartagena?
Negrín está nombrando mandos comunistas y muchos republicanos no están de acuerdo con esto. A Cartagena envía a Galán, un comunista, para que dirija la base y ante esta intrusión surge la sublevación. La flota republicana abandona la base para que los barcos no caigan en manos del bando nacional y todo el movimiento de la Quinta columna, muy arraigado en Cartagena, aprovecha el desconcierto para dar un golpe de mano, derrocar a Galán y ponerse a las órdenes de Franco.
Es entonces cuando Franco vislumbra su oportunidad y ordena un desembarco, quiere hacer de Cartagena su Normandía particular, ¿no es así?
Además lo hace de forma pomposa, para darle un golpe definitivo a la guerra y lo que hace es tomar todos los barcos disponibles, mercantes y de guerra, llenarlos de soldados y enviarlos a la base naval, sabiendo que las baterías no le van a hacer frente, para desembarcar con 20.000 hombres y apoderarse del último bastión de la República.
¿Era una operación segura?
Se trataba de sacrificar la seguridad por la rapidez, pero muchos mandos intuían que podía pasar lo que luego pasó, que fue que Negrín envió una brigada, la 206, a recuperar el mando de la base. Que la flota republicana hubiera abandonado el puerto tampoco era una garantía de nada porque en cualquier momento podía volver sobre sus pasos y regresar a puerto, encontrándose a todos aquellos barcos. Imagínese lo que hubiera supuesto eso.
¿Nadie advirtió a Franco de estos peligros?
El vicealmirante Moreno, que mandaba la escuadra había planteado de otra forma el operativo pero Franco insistió personalmente en que fuera una operación rápida. Moreno quería que los barcos marchasen muy juntos, en convoy, protegidos por los barcos de guerra, pero la urgencia de la operación impidió que se hiciera de esta manera. La operación era muy arriesgada, de haber salido bien hubiera sido un éxito clamoroso, pero no salió bien.
¿Hundieron el ‘Castillo de Olite’ por estas urgencias?
La urgencia hizo que un barco como el Olite partiera tardíamente sin tener las órdenes muy claras y con la comunicación averiada, de modo que durante la travesía de Castellón a Cartagena no se cruzó con ningún barco ni supo que los republicanos habían recuperado la base. Para colmo, a medida que avanzaba, algunas baterías que aún estaban en poder de los sublevados contra Galán vitoreaban al Olite y la tripulación pensaba que todo había sido un éxito y que llegaban tarde al desembarco.
¿Qué ocurre con la ‘Operación Cartagena’, una vez constata que la base aún es republicana?
La brigada 206 recuperó la base y buena parte de las baterías de costa de modo que la flota nacional, al ver que no puede acercarse a costa con seguridad, abandona la operación. Se barajaron otros desembarcos en zonas próximas, pero la Brigada ya había calculado qué zonas eran más aptas para una operación semejante y las había ocupado para defenderlas. Hay que tener en cuenta que en una operación de esta envergadura ni siquiera se pensó en emplear lanchas de desembarco, de modo que la única opción que tenían era un puerto o la playa.
Sin embargo el Castillo de Olite, con la radio estropeada, no pudo recibir la orden de abandonar.
Como el Olite había salido de los últimos no tuvo contacto con otros barcos, llegó a la bocana del puerto y se internó en él pensando que llegaba tarde al desembarco. La batería de ‘La Parajola’, que ya estaba en manos de la Brigada 206 abrió fuego sobre el barco. Se da la circunstancia de que hubo una gran discusión en ‘La Parajola’ entre el capitán de la batería, que se resistía a abrir fuego y el capitán de la 206, que fue quien finalmente lo ordenó. Un solo disparo efectivo y único, que dio en la Santa Bárbara y partió el barco en dos hundiéndolo en diez minutos y provocando la muerte de parte de la División Zamora que iba en la bodega.
¿Quiénes formaban la tripulación del Castillo de Olite?
El 90% eran gallegos de la provincia de La Coruña, pertenecientes al primer y tercer batallón de la División Zamora. Eran todos veteranos y como la guerra estaba ya a punto de terminar, muchos enviaron ya sus equipajes a casa antes de embarcar. Los equipajes llegaron a Galicia pero muchos de ellos no lo hicieron.
¿Se ha conmemorado este hecho y se ha honrado a los muertos como se merecían?
No, con los que pude hablar – al menos una docena entre 2004 y 2007 – siempre me transmitieron una sensación de sentirse un poco olvidados. Son conscientes de que aquella operación fue extraña y que no sirvió para nada. Que les condujeron al matadero y que nadie quiso entonces responsabilizarse de lo que había pasado. Se les hizo algún homenaje, ha habido dos monumentos, pero nunca se consideró el lugar una tumba de guerra. A los supervivientes se les abrió un expediente para la concesión de la Laureada de San Fernando colectiva pero ese expediente se perdió misteriosamente al cabo de unos meses y nunca volvió a aparecer.