Cataluña, Andalucía, Asturias, Canarias y País Vasco se oponen a una nueva iniciativa del ministro de Educación, el polémico venido a menos José Ignacio Wert. ¿De qué se trata esta vez? Es lo de menos, lo importante es oponerse. Una vez más.
Dicen que las pruebas, bautizadas popularmente como Reválidas, al final de Primaria, ESO y Bachillerato «segregan», «homogeneizan». ¿Poner un examen que, como es lógico, puede ser aprobado o suspendido, es segregar? Aprueben todos por Dios, no vayamos a segregar a nuestros niños y adolescentes. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua ese verbo que tanto gusta en materia de educación, el de segregar, es «Separar y marginar a una persona o a un grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales». Si un alumno suspende un examen no lo hace por su condición política, cultural o social. Suspenderle por estos motivos sí sería segregar. Que se denuncie cuando esto ocurra, y mientras tanto que nos dejen aprender, estudiar, suspender, aprobar, repetir curso… en paz.
¿Homogeneizar? Volvamos a la RAE: «Hacer homogéneo, por medios físicos o químicos, un compuesto o mezcla de elementos diversos”». Una reválida que supuestamente segrega, haría todo lo contrario a homogeneizar. Cada cual se diferenciará en esas pruebas de Reválida según sus conocimientos, trabajo o resultados. ¿O es que acaso el conocimiento es distinto en Andalucía, Cataluña, País Vasco, Asturias o Canarias? ¿Pertenecen a otro continente, a otro periodo de la Historia? ¿Beben de otras fuentes filosóficas, astronómicas, arqueológicas, químicas, físicas? ¿La manzana de Newton en Cataluña no caía del árbol….?
En el nombre de… las competencias autonómicas
Pero es que lo de Wert es aún peor, pobres consejeros autonómicos. Dicen que las reválidas de Wert «controlan» a las comunidades autónomas. Vamos, que les invaden sus famosas competencias.
Pero creen los gobernantes vascos, catalanes, andaluces, asturianos y canarios, en este caso, o de cualquier otra comunidad, que a algún profesor, padre o estudiante, cuando llegan a sus centros educativos cada mañana, cuando sus hijos traen las notas a casa, cuando califican o afrontan un examen, cuando llaman a las familias a tutoría con el profesor… ¿Creen los consejeros que alguien se acuerda o a alguien le importan un carajo sus manoseadas competencias?
Las comunidades autónomas se supone que conocen mejor los intereses de sus gobernados porque están más cerca del ciudadano o de un determinado territorio, región o comarca. Hasta ahí la lógica. Pero de ahí a que un país no tenga derecho a diseñar las grandes líneas de su estrategia educativa, media un abismo.
Una actitud la de nuestros políticos autonómicos irresponsable, cansina, destructiva y ruinosa para la sociedad por cuya educación y formación velan. Cada vez que se toma una iniciativa legislativa, es decir, política, en materia educativa, las autonomías del signo contrario al Gobierno Central la rechazan de forma «absoluta», dan plantón a los ministros en sus obligadas reuniones, convocan manifestaciones o ponen el grito en el cielo por supuestas agresiones a los ciudadanos a los que representan y se deben.
Hace falta una estrategia-país sobre educación
Los políticos españoles no han sido capaces en casi 40 años de democracia de diseñar un modelo educativo consensuado y estable a largo plazo para este país. ¿Qué queremos en nuestro sistema educativo? ¿Cómo queremos que sea? ¿Qué estrategia educativa como país, o como sociedad (para que no se molesten algunas autonomías), deseamos? ¿Por qué modelo apostamos para que no se cambie cada 4 u 8 años?
¿Han oído a algún político español, sea del color que sea y proceda de la autonomía o ayuntamiento del que proceda, darle respuesta a estas preguntas? ¿Se lo ha explicado de forma clara, concisa y sencilla algún dirigente alguna vez? Yo, personalmente, no lo recuerdo. Ni siquiera entre las nuevas fuerzas regeneradoras, como Podemos, UPyD o Ciudadanos. Yo NO les he oído aún explicarnos cuál es su modelo, en serio, de sistema educativo.
Escuchando con atención a nuestros políticos, uno queda absolutamente defraudado en materia educativa. No salimos de frases manidas, muchas veces alejadas de la realidad, y en todo caso que no forman parte del meollo de lo que nos ocupa. Que no responden a una estrategia-país para la educación del futuro. Que se mantienen en el tiempo durante décadas como si éste país no hubiese cambiado en 40 años… Que si la pública, que si la privada; que si los ricos, que si los pobres; que si la carrera de obstáculos; que si las privatizaciones; que si las mareas; que si la religión, que si la ciudadanía, que si la ética o que si los valores o como queramos llamar a la polémica asignatura…. Que si, que si, que si… y la casa sin barrer.
Y así nos luce. La mayor tasa de abandono escolar temprano de toda la Unión Europea. Actualmente en el 22%, pero hace tan sólo unos años la teníamos en el 30%. Porcentajes, pero que esconden la tremenda realidad que un país aspirante a próspero no puedo permitirse: de cada 3 niños que comienzan a ir a la escuela, 1 abandona antes de finalizar sus estudios. Y hay datos peores. Ceuta y Melilla alcanzan el 33% de fracaso escolar. Baleares el 29,8%, Extremadura el 29,2%, Andalucía el 28,7%… Y así podríamos seguir. Y en esas comunidades ha habido y hay a lo largo de los 40 años de régimen democrático gobiernos y gobernantes de todos los colores, partidos, apellidos, castas… ¿Queremos dejar a nuestros hijos a los pies de los caballos? Porque el famoso desempleo estructural con difícil retorno al mercado de trabajo está integrado fundamentalmente, aunque no sólo, por los trabajadores con menor nivel de estudios. De hecho, ya hay más profesionales con alto nivel de estudios ocupados que cuando comenzó la crisis.
Empezar la casa por los cimientos, como Finlandia
Se tiene a Finlandia como modelo. Uno de esos envidiables países nórdicos, serios, reflexivos y racionales en no pocos asuntos. Pues bien, ¿qué fue lo primero que hizo Finlandia cuando reformó su modelo educativo y comenzó a cosechar esos buenos resultados? Porque no crea que nacieron con ellos. Pues lo primero que hizo fue abrir un debate nacional sobre qué modelo de sistema educativo querían tener. Antes de lanzarse a discutir sobre asignaturas, medidas, becas, presupuestos, etcétera.
Una vez clarificado qué modelo quería la sociedad de ese país escandinavo (en este caso apostaron por un sistema cien por cien público), todas las fuerzas políticas se comprometieron a mantenerlo gobernase quien gobernase. Los políticos finlandeses legislan, pero quien se ocupa de diseñar las medidas concretas para implementar el modelo en las aulas son los profesionales. Finlandia constituyó un Consejo Nacional del que sólo pueden formar parte personas que hayan ejercido la docencia. Es decir, profesores, maestros. Que además deben acreditar una serie de requisitos que avalen su trayectoria. Y ese Consejo es el que, una vez establecidas las leyes, supervisa el funcionamiento ordinario del sistema educativo.
Empezando por el profesor
Después de esos primeros pasos, ¿cuál fue el primer aspecto de la enseñanza del que se ocuparon? No, no fueron las becas, ni los presupuestos, ni las reválidas, ni los años de duración de las carreras, ni las asignaturas de religión o valores…. Fue el PROFESOR. Lo primero que decidieron fue cómo debían ser sus maestros, qué formación tendrían que tener, cuántos años habrían de estudiar… ¿Ha escuchado a algún político español hablar de la formación de los profesores alguna vez? Yo sólo recuerdo, en honor a la verdad, a la actual secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, la número 2 de Wert. A éste periodista que escribe le confirmó que trabajan en establecer unas bases para la formación del profesorado, pero la legislatura concluye y no se ha llevado a cabo. Y, si se hubiese llevado adelante, algunas comunidades autónomas se hubiesen opuesto de plano… No tiene arreglo.
Porque, al final, lo más importante en la educación es el principio: la figura del maestro. Ocurre así en los colegios, institutos, universidades y escuelas de negocios para ejecutivos. El método importa, pero aún más el docente.
No es ése, por supuesto, el único aspecto del sistema educativo español que conviene revisar, como ya hicieron hace unas décadas los finlandeses. Pero desde luego es uno de los más importantes. Nunca fue objeto de polémica en ninguna reforma educativa de las innumerables que llevamos en los 40 años de democracia.
Manos a la obra, es urgente e importante
Hay que acordar y definir qué modelo de sistema educativo queremos, lo suficientemente amplio y plural como para poder ser refrendado por toda la sociedad fuerzas políticas. Hay que alejar la educación de la política y de las campañas electorales, y de los anhelos de independencia. Hay que abrir telediarios con esos debates, organizar tertulias en los medios de comunicación, pero con profesionales acreditados de la materia, no con políticos, sindicalistas o periodistas lenguaraces que opinan de lo divino y lo humano sin saber o sin pararse a pensar lo suficiente. Sin partidismos ni ideologías, con urgencia pero sin precipitación, con pasión. Como si estuviese en ello el futuro de nuestros hijos y el bienestar de nuestra sociedad. Porque lo está.
Políticos, sindicalistas, periodistas, profesores, padres, estudiantes, dejémonos de Ronaldos, Mesis, Belenes Esteban, Nicolases, independencias, crisis, recortes, mareas verdes o blancas… Todo eso es accesorio al lado de la educación. Pongámonos, ya, con la EDUCACIÓN. Es la discusión más importante y el problema número uno de este país, que explica por sí sólo muchos otros.