Todos los expertos, organismos y empleadores coinciden en el mensaje: el futuro, laboralmente hablando, será de los mejor preparados, sea en la universidad o en la Formación Profesional, y el mercado de trabajo que viene no tendrá mucho sitio para los trabajadores no cualificados.
Ya lo dijo el exmandatario de la primera potencia del mundo Bill Clinton, en una charla sobre empleo juvenil ante universitarios de nuestro país: la seguridad laboral en el futuro no vendrá de las normas laborales, sino a través de su máxima formación.
Algo de lo que deberían tomar buena nota la cuarta parte de los jóvenes y adolescentes de nuestro país que sigue abandonando sus estudios a una edad temprana y sin completar al menos la enseñanza Secundaria. Las disparadas listas del desempleo en nuestro país, especialmente las del paro de larga duración, están copadas principalmente por los trabajadores con menor nivel de estudios.
Y así lo pone de manifiesto un nuevo infome del la Fundación BBVA y del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Según este trabajo, casi el 60% de las ofertas laborales durante la próxima década serán para trabajadores con educación universitaria o Formación Profesional superior.
La educación universitaria aumenta en casi 13 puntos porcentuales la probabilidad de encontrar trabajo de un joven respecto a otro que solamente tiene los estudios obligatorios, aunque, advierte el informe, el mero hecho de tener más años de educación no basta para acceder a un empleo.
Ya durante la crisis , la formación ha actuado como protección frente al paro de los jóvenes más cualificados, y así sucederá también en la próxima década.
El informe La formación y el empleo de los jóvenes españoles. Trayectoria reciente y escenarios futuros ha sido elaborado por los investigadores del IVIE Lorenzo Serrano y Ángel Soler, ambos profesores de la Universidad de Valencia, y analiza los problemas laborales de los jóvenes de 16 a 34 años durante las tres últimas crisis, el papel de la formación en su resolución y las perspectivas de empleo en la próxima década.
El documento vaticina que, en la próxima década, las probabilidades de empleo se concentrarán en los jóvenes más cualificados por su nivel de estudios, pero también por las competencias que hayan adquirido. Mientras, quienes tengan los niveles formativos más bajos quedarán fuera del mercado laboral. Por eso señala la necesidad de poner en marcha iniciativas públicas y privadas mucho más potentes que las actuales para mejorar la empleabilidad de los jóvenes escasamente cualificados, que se enfrentan a elevados riesgos de exclusión laboral.
Los jóvenes con estudios postobligatorios (Bachillerato, Formación Profesional y universitarios) tienen una probabilidad mayor de estar ocupados, con una ventaja de 10,7 puntos porcentuales frente a los que poseen sólo estudios primarios o secundarios obligatorios, que se eleva hasta 12,9 puntos porcentuales en el caso de los universitarios.
Por ello, la relevancia de la calidad de la formación para la empleabilidad se acentuará durante la próxima década, un periodo en el que las oportunidades de empleo se concentrarán en los más cualificados y apenas habrá trabajo para quienes solo completen la educación obligatoria (un 2,2%). Por el contrario, algo más de la mitad de las ofertas (58,4%) serán para quienes tengan educación superior, universitaria o de FP.
Mejora de la educación
Los autores determinan que, además de los años de formación, tienen una elevada importancia las competencias, entendidas como destrezas y conocimientos efectivamente adquiridos. Un buen aprovechamiento educativo aumenta la probabilidad de inserción laboral en otros 13 puntos porcentuales adicionales, tanto como poseer estudios superiores.
Entre las recomendaciones, abogan por reducir el fracaso escolar, disminuir las todavía elevadas tasas de abandono temprano y aumentar las competencias adquiridas para lograr que España deje de estar a la cola en las comparaciones internacionales.
Se señala que la empleabilidad y el tipo de ocupación dependen de las competencias y no solo de tener una determinada titulación académica. Así, indican que una parte importante de la sobrecualificación de los universitarios es aparente porque en bastantes casos sus competencias son menores de las que deberían poseer por su nivel de estudios: uno de cada dos jóvenes teóricamente sobrecualificados (ocupados en puestos que no requieren estudios superiores) tienen un nivel bajo o medio-bajo de competencias, frente a quienes poseen el nivel más alto de competencias que ocupan puestos de trabajo adecuados y apenas padecen el problema de la sobrecualificación.
España se diferencia de muchos países de la OCDE por tener porcentajes altos de jóvenes en los niveles bajos de competencias y porcentajes bajos en los niveles de competencias elevados. Las competencias efectivamente adquiridas por los jóvenes de 16 a 24 años se sitúan 16,2 puntos por debajo de la media de la OCDE.
Incluso entre los jóvenes con estudios superiores escasea el nivel más alto: sólo alcanza un 5%, frente al 14,7% de promedio en la OCDE. Estos pobres resultados educativos son preocupantes tras los esfuerzos realizados para facilitar el acceso a la educación.
Formación continua a lo largo de toda la vida
Según el informe, el desajuste entre nivel educativo y competencias que padecen muchos jóvenes españoles cuando abandonan el sistema educativo «puede y debe intentar corregirse también mediante la formación continua», aunque se constata que «existen debilidades en la oferta existente y se requieren cambios decididos», tanto en la toma de conciencia de jóvenes y familias, como en las empresas y el sector público.
El estudio hace hincapié en la importancia de ofrecer formación a los parados, sobre todo a los menos preparados, pues el desempleo representa una pérdida de oportunidades de elevar la preparación en el puesto de trabajo y a través de la experiencia laboral. Además, en el paro las competencias de los desocupados se van quedando obsoletas.
Por ello, debe ofrecerse a los jóvenes parados formación dual, que combina la vuelta a las aulas y las prácticas en empresas, mediante políticas activas de empleo más ambiciosas que las actuales, que incluyan el asesoramiento personalizado a los desempleados.
Formarse, salir al extranjero y emprender
En respuesta a la crisis, los jóvenes han optado por continuar formándose, buscar oportunidades de empleo en otros países y emprender. En todas estas vías la formación actúa como una palanca que las impulsa: los titulados superiores (universitarios y de FP) continúan formándose en mayor proporción, están más abiertos a la movilidad y tienen tasas de actividad emprendedoras más elevadas. Entre los jóvenes más formados, las tasas de actividad emprendedora actuales ya han recuperado los niveles de 2005 y, gracias a su preparación, es menos probable el abandono de la actividad una vez iniciada.
Entre los jóvenes que ni estudian ni trabajan, señala el informe, son una minoría los que no buscan empleo: el 7% de quienes tienen entre 18 y 24 años. Y excluyendo a quienes perciben prestaciones por incapacidad, realizan trabajos de voluntariado o labores del hogar, el porcentaje se reduce al 1,5%, unos 50.000 jóvenes.
Por su parte, entre los ni-ni (jóvenes que ni estudian ni trabajan) que buscan trabajo y no lo encuentran, más del 60% carece de estudios postobligatorios. Pero lo más grave es que no participan en ningún tipo de formación para elevar su cualificación (más de 300.000 jóvenes menores de 25 años).
La demografía, a favor del empleo
En cualquier caso, el estudio augura que durante la próxima década los jóvenes españoles van a tener más oportunidades de trabajo por una cuestión demográfica. Habrá que acometer un gran relevo generacional, al combinarse una disminución del número de personas menores de 35 años y una elevada proporción de jubilaciones que hará que los puestos de trabajo a cubrir sean 8,85 millones: 1,22 millones de empleos netos creados y 7,63 millones de jubilaciones que habrá que reemplazar.
Si el crecimiento económico se consolida, habría que añadir 1,2 millones adicionales de oportunidades laborales durante la próxima década, superando los 10 millones de vacantes laborales a cubrir.
Una evolución demográfica que podrá resultar un alivio para la castigada tasa de desempleo en nuestro país, pero que supone un importante problema para el futuro de las pensiones de jubilación, como destaca también el último Índice Laboral ManpowerGroup, elaborado por este grupo de recursos humanos y empleo y dirigido por el catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Oliver.
Y es que uno de los mayores retos a los que se enfrenta España es precisamente el sostenimiento del sistema de pensiones, como alertaba ayer el el executive director de Pensiones de BBVA, David Carrasco, en un encuentro empresarial en Bilbao.
Los sectores con mayor futuro
El aumento neto del empleo se va a concentrar (73%) en los puestos de trabajo que exigen mayor cualificación, como directores y gerentes, técnicos y profesionales científicos e intelectuales, o técnicos y profesionales de apoyo. En gran medida, responden a las características de los titulados con estudios universitarios o Formación Profesional superior.
Entre las ocupaciones que más aumentarán destacan los técnicos y profesionales de apoyo, con un crecimiento medio anual del 2,6% y absoluto de hasta 779.000 empleos. También se esperan aumentos netos en los empleos administrativos (145.000), especialmente los orientados al trato con clientes (con un incremento de 395.000).
Los puramente administrativos descenderán (-250.000) debido a la creciente automatización de esas tareas. Y los ajustes derivados del control del déficit público pueden afectar al empleo de los profesionales de la sanidad y la educación
Por sectores de actividad, se prevé una terciarización adicional del empleo, con un peso progresivamente mayor de los servicios privados. La evolución de la industria y la construcción estará más condicionada por la situación cíclica, mientras que, previsiblemente, continuará la tendencia a la reducción del empleo del sector primario y el público.
En sanidad y educación, las previsiones de creación de empleo son negativas, pero se realizaron en un escenario de graves dificultades financieras de las administraciones públicas españolas, por lo que esas expectativas podrían cambiar en gran medida de aquí al año 2025.