Nadie puede expulsar a Grecia de la eurozona, y tampoco Atenas lo ha pedido pero si el tiempo corre y la falta de liquidez apremia a un acuerdo.
El Eurogrupo de este lunes era el plazo máximo que se había marcado Bruselas para lograr algún acuerdo con Grecia porque el programa del segundo «rescate» expira el 28 de febrero. Ahora, y sin un acercamiento los socios de la eurozona han dado de plazo hasta el viernes para que Atenas solicite la prórroga de ese rescate. Algo que Tsipras considera intolerable.
Cualquier extensión debe ser ratificada por varios parlamentos nacionales, entre ellos el alemán o el irlandés. Grecia, en el otro lado no quiere firmar esa prórroga.
Alexis Tsipras, apuesta por un «crédito puente» que mantenga al país financiado hasta que se negocie un tercer programa con nuevas condiciones. Tsipras necesita en todo caso el dinero de los socios de la eurozona. El mercado de deuda está prácticamente cerrado para Atenas y es, desde luego, insuficiente para responder a los vencimientos y pagos de los próximos meses.
Ya en marzo habría 4.000 millones de vencimientos. Si se acercan las fechas, sin un acuerdo la suspensión de pagos se configuraría como una probabilidad. Y antes que eso, la consiguiente fuga de capitales y «corralito».
La agencia Fitch ya advirtió a finales de 2014 sobre los posibles escenarios y el riesgo de la fuga de capitales. «En primer lugar, un estancamiento prolongado (de las negociaciones) con la troika, combinado con la falta de acceso a los mercados, podría poner bajo presión la situación de caja del Gobierno hacia el verano, incluso suponiendo que el presupuesto se mantuviera bajo un estricto control», afirma la agencia de calificación de deuda.
En segundo lugar, añadió, la economía podría verse sometida a una gran presión si los depositantes reaccionan a la evolución política y sacan el capital al extranjero.
Según Fitch, estos dos factores, por otro lado, podrían ejercer presión sobre el Gobierno griego que emane de las elecciones y sus acreedores extranjeros para llegar a un acuerdo.
El calendario no sólo hay que mirarlo del lado griego. También las elecciones en Europa son una influencia. Las elecciones en España serían previsiblemente en noviembre, pero antes las veremos en Finlandia (19 de abril) y en el Reino Unido (7 de mayo).
Más allá de un »corralito» y la imposibilidad de poder retirar fondos, si Grecia saliera del euro y volviera al dracma, se cumpliría una pesadilla para todo el que tenga una cuenta ahorro. Como explican desde Natxis, la paridad dracma-euro no se sostendría mucho tiempo. Calculan que en poco tiempo habría una devaluación del 50%, con el consiguiente aumento de precios en un país en el que los salarios han bajado un 10% y un tercio de la población se encuentra en riesgo de pobreza.