Valeri Spiridónov es un programador ruso de 30 años dispuesto a someterse a una operación única de trasplante de cabeza. Según él, no le queda otra salida, ya que muy pronto podría encontrarse postrado como el científico Stephen Hawking. «Tengo que hacerlo porque no tengo muchas opciones. Mi decisión es definitiva, y no pienso cambiarla», sostiene.
Cuando tenía un año a Spiridónov le fue diagnosticada una pérdida muscular rara debido a la enfermedad de Werdnig-Hoffman, que afecta a las neuronas de la médula espinal y hace que la persona quede completamente inmovilizada. Su enfermedad progresa con cada día que pasa. Aunque el 50% de los niños con atrofia muscular espinal no llega a superar el año de vida, Spiridónov tiene 30 años y ya terminó la universidad. Sin embargo, sus opciones de llegar a la vejez son casi nulas.
«Este experimento es un gran avance. Es equivalente al vuelo de Gagarin. Objetivamente, no tengo los recursos materiales para pagarlo, pero estoy dispuesto a entregarme a la ciencia», señala Spiridónov.
El primer paciente potencial que se someterá a un trasplante de cabeza se comunica por Skype con el cirujano italiano Sergio Canavero, que llevará a cabo la operación. Según él, quienes sufren atrofia muscular espinal tienen prioridad en la selección de pacientes para este tipo de operación.
Spiridónov se puso en contacto con el profesor hace dos años, tras conocer su investigación por Internet. La familia del programador apoya su decisión, aunque son conscientes del alto riesgo de muerte después de la cirugía. «¿Que si tengo miedo? Sí. Pero también interés», expresa el programador de la ciudad rusa de Vladímir.
Un procedimiento muy complejo
El neurocirujano italiano Sergio Canavero, que aspira a realizar en 2017 el primer trasplante de cabeza, está seguro de su éxito. Según este médico, el paciente ruso, Valeri Spiridónov, tiene altas probabilidades de sobrevivir.
Canavero quiere reunir a un equipo de 150 doctores y enfermeras para llevar a cabo la cirugía, que se estima costaría algo más de 10,3 millones de euros. La operación es extremadamente compleja. Para realizar el transplante, el cuerpo del donante y la cabeza del paciente deben estar en la misma sala de operaciones. La cabeza que va a ser trasplantada tiene que enfriarse hasta los 12 grados. Entonces, se debe retirar del paciente y conectarla al cuerpo del donante sin que se haya parado su sistema circulatorio. Todo esto debe hacerse antes de una hora. Durante la reconexión, el cuerpo del paciente tiene que estar también frío y debe ser inducido un paro cardíaco total.
Una vez que se logra trasplantar la cabeza, se tiene que reactivar el corazón del donante, y los cirujanos deben reconectar de nuevo el resto de sistemas vitales, incluida la médula espinal.
El sueño de Canavero tiene un polémico precedente. En 1970, un grupo de científicos estadounidenses liderados por el neurocirujano Robert J. White logró trasplantar la cabeza de un mono al cuerpo de otro. La operación fue muy polémica, pero los cirujanos consiguieron que el animal hiciera uso de sus cinco sentidos. El primate, de hecho, llego a intentar morder a alguno de los médicos, pero murió pocas horas después de que se completara la operación. Tres años después, White logró que un mono con la cabeza trasplantada viviera varios días, pero nunca jamás consiguió empalmar la espina dorsal. Todos los animales permanecieron paralíticos de cuello hacia abajo.