La Sección Segunda de la Audiencia provincial de Pontevedra ha dejado visto para sentencia el juicio contra un hombre acusado de abusar sexualmente de una menor de 12 años en el cuarto de baño de un bar. La niña declaró este jueves protegida tras un biombo y ratificó el contenido de la denuncia presentada en mayo de 2017 contra un vecino que, según ha dicho, la besó y sometió a tocamientos.
La Fiscalía pide para el acusado cuatro años de prisión y la prohibición de aproximarse a una distancia de 200 metros de la menor y de comunicarse con la misma por un periodo de ocho años. Además, solicita que se le imponga al acusado la medida de libertad vigilada otros ocho años y que la indemnice con 1.500 euros.
La menor, que entonces tenía 12 años, relató que ese día, el 25 de mayo de 2017, llegó del colegio y entró en el baño del bar sin bloquear la puerta y, cuando estaba sentada, él entró.
TOCAMIENTOS
«Empezó a darme besos en la boca», aseguró la niña, que añadió que también hubo tocamientos y que el hombre le pidió que le acompañase el fin de semana a su casa de madera. «Me dijo que tenía mucho futuro con él y que no llorara», ha manifestado.
Tras eso, declaró que le «dio dinero y se marchó». En concreto, fueron 1,55 euros. «Me quedé en el baño, cerré el pestillo y me puse a llorar», ha recordado, y ha añadido que tiempo después, cuando ya estaba en casa, se lo contó a su padrastro y éste a su madre. Al día siguiente, denunciaron los hechos.
DEFENSA
El acusado, vecino de un municipio rural del interior de la provincia, aseguró haber sido acusado «injustamente», ya que «nunca jamás en la vida» abusó de la menor. «Yo no sé por qué me hacen esto», ha afirmado.
En su defensa, el procesado ha explicado que daba dinero a los niños para que se comprasen chucherías. «Yo también fui pequeño», ha abundado.
La madre de la menor explicó a la sala que, tras la denuncia, tuvieron que dejar su casa y mudarse a otro municipio pues «las personas del pueblo estaban» en su «contra» y llegaron a echarla «a empujones» del bar en el que ocurrieron los hechos y a ir hasta su finca de noche a gritarles.
Tanto el propietario del bar como otro vecino declararon en la sala en defensa del acusado y aseguraron que aquella tarde de los hechos el acusado no entró al baño en ningún momento.