Según la sentencia, el francés Louis Jefferson J. es culpable de homicidio y tenencia ilícita de armas, y también deberá indemnizar al padre de la víctima con 120.000 euros, aunque el tribunal ha rebajado la condena por el atenuante de confesión.
El 5 de marzo de 2011, llegó a Barcelona después de abandonar a su familia en Francia y, con la intención de conseguir comida y dinero, entró en un supermercado de la calle Sant Pere de Barcelona y amenazó con una pistola al dependiente de 19 años.
Al verlo, «y con la intención de disuadirlo», la víctima sacó un cuchillo que tenía escondido, tras lo cual el ladrón le disparó en la cabeza a menos de un metro, lo que causó su muerte inmediata.
Louis Jefferson J. abandonó el supermercado sin llevarse nada, cogió su coche y se desplazó hasta los alrededores de la plaza Drassanes de Barcelona, donde aparcó «de forma incorrecta», por lo que unos guardias urbanos se acercaron a él para avisarle de la imprudencia.
Al verlos, el condenado confesó que tenía un arma escondida en el coche, pidió hablar con un superior –a quien explicó que había cometido un asesinato en un supermercado– y se entregó a la policía.
CONFESIÓN
Para el tribunal, la declaración del acusado en el juicio prueba «sin ningún tipo de duda» la autoría de los hechos, ya que reconoció haber entrado en el supermercado para robar, haber disparado, y haberlo hecho con una pistola sin licencia; además, lo corroboró en el juicio el testimonio de una mujer que estaba en el supermercado.
La Audiencia ha considerado el atenuante de confesión «muy cualificada», ya que Louis Jefferson J. se entregó cuando podía haber huido a Francia, lo que facilitó la investigación.
«SE DISPARÓ»
En el juicio, que se celebró el 30 de abril en la Audiencia, explicó que había ido a Barcelona con la intención de suicidarse, y que la pistola «se disparó» sin que él tuviera la intención de matar al dependiente.
Defendió que su única intención era «robar para comer», ya que no había tenido suficiente fuerza para acabar con su vida, e indicó que estaba muy mal psicológicamente, ya que tenía problemas económicos y de familia.
También alegó que siempre había sido una persona trabajadora, que nunca había robado, y que éste era al motivo por el que finalmente se entregó pocas horas después.