Según la sentencia, del 25 de octubre de 2010 al 22 de febrero de 2011, Francesc C. multó «como represalia» a cuatro grúas municipales por haberse saltado supuestamente semáforos en rojo.
El urbano se vengó de las grúas «a sabiendas» de que las denuncias no eran ciertas: en unos casos, vehículos municipales no habían salido a trabajar; en otros, permanecían en las cocheras o estaban en otras calles.
Ha sido condenado por un delito continuado de estafa en documento oficial, al actuar «abusando de su oficio» como agente –cargo del que queda apartado año y medio–, con los atenuantes de confesión y alteración psíquica.
La Audiencia ha valorado que actuó «ofuscado y con sus capacidades muy afectadas, tanto de raciocinio, como de actuar», ya que estaba sumido en una depresión provocada por los problemas con su pareja, y necesitaba ayuda médica.
Según la sentencia, este hecho ha quedado acreditado por la declaración del acusado en el juicio –celebrado el 29 de abril de 2013 en la Audiencia de Barcelona– y con el informe pericial que se presentó, en el que constaba que sufría síntomas depresivos, por los que ya estaba siendo tratado por psiquiatras y psicólogos.