En su declaración, que se ha producido sin ser vista, ha confirmado que se producían fiestas en las que se bailaba, se bebían bebidas alcohólicas y, en ocasiones, había droga; y a cambio las mujeres recibían regalos, como perfumes, comida o poder llamar por teléfono. Ha indicado que ella participó en cuatro y que en la segundo sí mantuvo relaciones con uno de los acusados.
Al respecto, ha dicho que aunque le «incomodó» intimó con él «porque tenía que hacerlo» y ha asegurado que una vez un agente sí pegó a una chica porque se negó a bajar. Además, ha apuntado que las internas no decidían acudir a estos encuentros, sino que «elegían ellos», en referencia a los acusados, identificando en la sala a todos menos al que fuera jefe de seguridad entonces.
Ha explicado, a preguntas de las acusaciones personadas en la causa, que conoce a otras internas que mantuvieron relaciones y negado que le ofrecieran documentación a cambio de colaborar en la investigación. Además, ha apuntado que si no hubiera estado privada de libertad y el hombre no hubiera sido policía ella no hubiera tenido relaciones con él.
Las defensas, por su parte, le han preguntado por algunos detalles o datos que dio en su primera declaración en la Comisaría y sí ha incurrido en contradicciones en cuanto a las fechas en las que sucedieron determinados hechos, según han puesto de manifiesto los letrados de los acusados a través de su interrogatorio. La testigo ha asegurado que entonces no hablaba del todo bien español.
El juicio seguirá en la Sección Tercera el 6 de febrero. La Fiscalía acusa a los agentes de presuntos abusos sexuales con consentimiento viciado. Los hechos investigados sucedieron entre junio y julio de 2006. Según las acusaciones, los procesados organizaron «cenas fuera de las habitaciones con las internas», con las que, a veces, intimaban, «prevaliéndose de su condición de policía».