Ambos se dedican a rebuscar en los más insospechados garajes, chamizos y descampados estadounidenses para rescatar del óxido, el polvo y la paja antiguos modelos que ya han dejado atrás sus gloriosos días en la carretera, para reconstruirlos y más tarde subastarlos.
Sin embargo, »Subastas sobre ruedas» incluye una novedad que le distingue de los otros espacios de restauración que le acompañan en la parrilla: las condiciones de compra que Pittsenbarger establecen con el dueño del coche a restaurar.
Con su garaje de Florida como base de operaciones, esta pareja busca clásicos para restaurar y enviar a subasta, ofreciendo a cambio a sus dueños dos posibilidades: recibir parte de los beneficios conseguidos en las pujas o pagar directamente la reparación y puesta a punto con un considerable descuento.
Una vez que su chatarra abandonada haya sido convertida en una joya dispuesta a comerse la carretera, los dueños tendrán que tomar esta delicada decisión, cuya dificultad solo comprenderán aquellos que entienden bien que ese tipo de vehículos no son meros objetos con los que desplazarse de un lugar a otro, sino auténticos fetiches de ensueño capaces de conquistar el corazón de sus afortunados conductores.
Entre los muchos modelos que desfilarán por la serie hasta caer en manos de Pittsenbarner y Slick figuran un Chrysler Newport del 62, un Mustang Fastback y un Thunderbird y varios Chevrolet: un El Camino del 70, un Chevelle del 67 y un Bel Air del 55, entre otros. Un inigualable catálogo de clásicos estadounidenses que, cada lunes, volverán a pisar las carreteras de la cálida Florida gracias al trabajo de estos dos artistas del motor.