“Sonreía tanto, tanto, que todos creíamos que iba a seguir así de presidenta. Pero ha sido nombrar al nuevo gobierno y ponerse seria. Ya se sabe, el poder es lo que tiene…” Las palabras, que tampoco tienen tanta maldad, sí ponen de manifiesto un estado de opinión –por no decir cabreo- en el PSOE andaluz, sobre todo si se tiene en cuenta que proceden de un miembro del equipo de uno de los consejeros que no sigue. No es el único.
De entrada, Susana se ha cargado a todo el equipo económico de José Griñán: todo un aviso para los que vayan saliendo en los papeles judiciales. No siguen Antonio Ávila, consejero de Economía , Innovación, Ciencia y Empleo; Carmen Martínez Aguayo, consejera de Hacienda y Administración Pública; Mar Moreno ni, por supuesto, Luis Planas, “no le ha perdonado que quisiera competir con ella en las primarias”.
La justificación oficiosa de estas ausencias es que la nueva Presidenta ha decidido blindar a su Gobierno de los casos judiciales abiertos: ERE e Invercaria, “como si Antonio Ávila tuviera alguna responsabilidad judicial!”, pero la razón de fondo “es blindarse para el futuro dentro del partido. Los nuevos son gente del aparato. Del ala dura. Nadie controla como ella los resortes del poder”.
Pues vamos a ver lo que da de sí este gabinete, pero Andalucía, más que un gobierno de ideólogos necesitaba un gobierno de gestores. La educación, el paro, el crecimiento económico, la productividad, está en unas tasas que sitúan a esta Comunidad a la cola de España. Eso por no hablar de la corrupción y los escándalos, que conocen cifras récord en nuestro país. Una ocasión perdida para poner a los mejores. Como siempre, la política se impone a la cordura y al servicio a los ciudadanos.