«Vosotros nos predicáis a Cristo, pero también nos predicáis vuestras divisiones». Fue la demoledora apreciación que hizo un ciudadano chino en el año 1910, durante la Conferencia misionera mundial de Edimburgo, considerada el punto de partida del movimiento ecuménico contemporáneo. No fue una intervención que quedara en saco roto. Porque a partir de ese momento, las iglesias cristianas redoblaron esfuerzos en una unidad que se plasmara no sólo en intentos de acercar doctrinas y liturgias, sino también en testimonios visibles y gestos reales.
Ya en 1908, un ministro anglicano que más tarde comulgaría con la fe católica, Paul Watson, había puesto de manifiesto la necesidad imperiosa de rezar por la unidad de los cristianos. Y desde entonces, todos los años, se dedica una semana a ello. Y porque la unidad sólo puede llegar como un don del Espíritu Santo, la oración se convierte en un elemento fundamental para lograrla.
Don Manuel Barrios, director del secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal, señala que fue a partir de los 70 cuando se decidió que el material utilizado para esta semana de oración fuera preparado cada año por una comunidad cristiana, y asumido por todas como único. Así, auspiciado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y por el Consejo Mundial de Iglesias (que aglutina a más de 300 iglesias ortodoxas y protestantes, surgidas de la Reforma), el material de este año lleva por lema un texto del profeta Miqueas: «¿Qué exige el Señor de nosotros?» (Miqueas 6, 6-8).
Ha sido elaborado por jóvenes del Movimiento Estudiantil Cristiano de la India. Don Manuel indica que «la mayoría de los cristianos de la India son de procedencia dalit, que está fuera del sistema de castas; la unidad de los cristianos implica una lucha por la Justicia», algo que ya el Santo Padre recordó en uno de sus últimos tuit: «¿Qué nos pide el Señor para contribuir a la unidad de los cristianos? Orar constantemente, practicar la justicia, amar la bondad y seguirlo”.
2.200 millones de cristianos unidos para rezar
En el mundo hay 2.200 millones de cristianos, lo que supone que 1 de cada 3 habitantes de la tierra es cristiano. De ellos, 1.200 son católicos; 660 son protestantes o de iglesias surgidas de la Reforma; 260 son ortodoxos y 80, anglicanos. Y todo ellos están llamados a la unidad en Cristo.
Las divisiones de las iglesias cristianas supusieron en la antigüedad un escándalo que había que atajar. Como señala el profesor Alberto de la Hera, catedrático de Historia de la Iglesia de la Universidad Complutense de Madrid, las iglesias han pasado de considerarse enemigas entre sí a tener “un enemigo común: el fenómeno creciente del ateísmo, del materialismo, de la pérdida del sentido sobrenatural de la vida. Las iglesias defienden ahora lo que tienen en común, la idea trascendente del hombre. Pero también les une la labor asistencial y caritativa”.
¿Y cuál es ese camino ecuménico que se sigue en la actualidad? Fundamentalmente, y según el profesor de Teología de la Universidad de Navarra y biógrafo del Papa Benedicto XVI, Don Pablo Blanco, hay tres caminos: el ecumenismo de las manos, en el que se abordan temas como la justicia social, la paz, la moral y la ética y en especial la bioética…; el ecumenismo de la cabeza, esto es, el diálogo teológico para ver qué une a los cristianos y qué los separa con respecto a las creencias, y en este sentido, “es mucho más lo que nos une”; y el ecumenismo del corazón, la oración, que “es el motor del alma del ecumenismo”. En este sentido, Rafael Palomino, catedrático de Derecho Eclesiático de la Universidad Complutense de Madrid indica que “la unidad es un don del Cielo que viene de la conversión de los cristianos”.
Y el profesor Blanco añade que “frente a las fuerzas o inercias que intentan borrar el nombre de Dios, los cristianos se proponen dar testimonio y contribuir a mejorar este mundo”. Don Manuel añade también algunos puntos para el ecumenismo: “La conversión del corazón y la cooperación entre los hermanos cristianos, esto es, el ejercicio de la caridad”. Y vuelve a hacer referencia a la unidad como don: “La unidad es un don del Señor, de ahí la importancia de la oración, de la conversión del corazón”.
Hay una unidad profunda en muchos aspectos
No sólo los cristianos muestran en sus formas la unidad. «La unidad es visible”, apunta Don Manuel Barrios, “porque ya hay una unidad profunda: compartimos la misma fe porque compartimos el mismo credo. Y además, nos une el Bautismo”, un sacramento válido tanto para católicos como ortodoxos y protestantes.
Y se van dando pasos muy importantes, como la declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación de Lutero (según la cual sólo la fe basta para salvarse), firmada en 1999 entre luteranos y católicos o como las distintas comisiones entre ortodoxos y católicos sobre temas doctrinales. Así, Dimitri Tsiamparlis, vicario patriarcal de la Iglesia Ortodoxa Griega en España, indica que “hay una plena intercomunión, no sólo rezamos juntos, sino que trabajamos con la iglesia católica y las iglesias protestantes en el acercamiento de los puntos doctrinales que nos separan, mediante diversas comisiones. Lo importante es que estamos en contacto y rezamos juntos”. Y añade: “Es importante dar testimonio de unidad y entendimiento entre nosotros”.
Sin embargo, queda tiempo para que todas las iglesias cristianas vuelvan a la Iglesia que pidió Cristo en la Última Cena: “
Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Juan 17,11) y ahora, tal y como señala don Pablo, “ahora estamos en un momento de mucha paciencia. Lo primero, hay que respetar la libertad de conciencia y la libertad de las personas. Aunque poco a poco va habiendo acercamientos”, concluye.Y es que, como señala el profesor Palomino, “se han producido importantes declaraciones que ponen de manifiesto las coincidencias de las iglesias cristianas en el terreno teológico y siguen unidas por unos elementos básicos: creen en el Bautismo como puerta de acceso a la Iglesia, creen en Jesucristo y creen en la Biblia como palabra de Dios”.