Que conste que el nombre no es mío sino de un dirigente del Partido Socialista Obrero Español que, como otros muchos, ya no puede más. «Claro que no soy el único. Hay muchos que opinan como yo; que las primarias fue la peor herencia que nos dejó Zapatero porque ¡a quien se le ocurre que gente que ni siquiera es militante pueda decidir sobre lo que es mejor en cada momento: no tienen los datos, ni saben para que votan a cada candidato, y lo peor: ¡NO CONOCEN A LAS PERSONAS! Si pongo lo último en mayúsculas es porque lo dijo gritando.
Y es que tras las primarias valencianas y las candidaturas al ayuntamiento de Barcelona, lo que todos temen es lo gordo de verdad: las del partido. De hecho, en cuanto se supieron las condiciones para votar -en Valencia han votado 50.000 inscritos en el censo junto a los 17.000 militantes del PSOE valenciano tras pagar dos euros y firmar un papel por el que aceptan los postulados ‘progresistas’- las maquinarias de los candidatos Madina, Pachi Lopez y Carme Chacón se pusieron en marcha. «Dicen que la batalla está en las redes… yo creía que estaba en la calle».
He de reconocer que a mi me gustaba lo de las primarias. Pensaba que era la única forma de sanear unos partidos anquilosados, o de sacar fuera a algunos dinosaurios de la primera hibernación; pero entiendo los argumentos del diputado socialista: «Hasta Zapatero renegó de ellas cuando a su amiga Trinidad Jiménez le dieron por todos lados. No son primarias, son ‘primadas’ de alguien que llegó así a un lugar al que nunca debió llegar. Y ahora lo pagamos todos, sobre todo el partido». Pues dicho queda.