El Papa Francisco ha tenido una gran actividad durante su primer año de pontificado, en muchos casos llamativa y transgresora que a nadie ha dejado indiferente. El santo padre no ha dudado en entrar en todos los temas polémicos, vistiéndose -metafóricamente hablando- con los colores apropiados para cada ocasión.
El Papa rojo:
Francisco ha arremetido en repetidas ocasiones contra el sistema capitalista, llegando a afirmar que la crisis económica es “resultado del capitalismo salvaje”. En mayo del año pasado, durante una visita a una casa de socorro y asistencia, cargó contra la lógica del beneficio “a cualquier coste”, del “dar para obtener” y del “provecho sin mirar a las personas”. «Tenemos que recuperar todos el sentido del regalo, de la gratuidad, de la solidaridad», insistió. Más reciente es su crítica de la “nueva tiranía invisible” que según él es el capitalismo, pensamiento que reflejó en su primera exhortación apostólica, denominada ‘Evangelii Gaudium’ (‘La Alegría del Evangelio’), difundida en noviembre. “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos”, defiende en el escrito. Además, señala que “no puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la Bolsa” y zanja que “así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la desigualdad. Esa economía mata”. Hace menos de un mes, Francisco lanzó de nuevo estas consignas al afirmar que desconfía «de la limosna que no cuesta y no duele». En su mensaje para el tiempo de Cuaresma, subrayó que “Dios no se rebela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza” y arremetió contra «el poder, el lujo y el dinero que se convierten en ídolos» y que impiden la «distribución justa de las riquezas».
El Papa negro:
El sumo pontífice ha salido en defensa de los inmigrantes que se juegan la vida tratando de alcanzar Europa. De hecho, uno de los gestos más célebres de su primer año en la silla de san Pedro es el viaje que hizo a Lampedusa en julio, el primero oficial fuera de Roma. Allí pierden la vida miles de inmigrantes al año tratando de alcanzar la costa y el Papa quiso acercarse para saludar a los irregulares que viven en la isla, donde ofició una misa y cargó contra las autoridades. “¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto… La ilusión por lo insignificante, por lo provisional, nos lleva hacia la indiferencia hacia los otros, nos lleva a la globalización de la indiferencia”, dijo entonces. Una crítica feroz a los mandatarios europeos, que llevan años sin atajar el problema de la inmigración en Lampedusa, donde se calcula que se han dejado la vida alrededor de 25.000 inmigrantes. El bofetón dialéctico del Papa no se quedó ahí: “¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos? Ninguno. Todos respondemos: yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán otros, pero yo no. Hoy nadie se siente responsable, hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna, hemos caído en el comportamiento hipócrita”.
El Papa violeta:
También por su defensa de la mujer se ha caracterizado el pontificado de Francisco. En un Congreso Internacional celebrado en Roma en octubre, el Papa dedicó una elocuente ponencia al tema ‘Dios confía el ser humano a la mujer’. Allí aseguró sufrir cuando ve “en la Iglesia o en algún organismo eclesial, que el papel de servicio, que todos tenemos o debemos tener, de la mujer, se desliza en un papel de servidumbre”. Y añadía que “Dios, llamando a la mujer a la maternidad, le ha confiado de forma especial al ser humano”. Además, citó una encíclica de Juan Pablo II, ‘Mulieris dignitatem’ para recordar que “la Iglesia es mujer y madre, y esto es hermoso. Tenéis que pensar y profundizar en esto. (…) Debéis daros cuenta de que la Virgen María es más importante que los apóstoles”.
El Papa verde:
Francisco ha tenido tiempo también de dedicarse a la problemática medioambiental y, con motivo de la celebración de la Jornada Mundial del Medio Ambiente, en junio del año pasado, señaló que «los alimentos que se tiran a la basura son alimentos que se roban de la mesa del pobre, del que tiene hambre. La ecología humana y la ecología medioambiental son inseparables”. Además, el responsable de comunicación de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, anunció en declaraciones a Radio Vaticana que el santo padre está trabajando en una encíclica sobre el tema, sobre ecología, que todavía se encuentra en su estado “inicial”.
El Papa amarillo:
El sucesor de Benedicto XVI no ha podido visitar aún el continente asiático pero ya lo tiene entre sus planes más cercanos. Recientemente se ha conocido que Francisco acudirá a Corea del Sur en agosto de este año, del 14 al 18. Concretamente, el Papa se desplazará a la capital, Seúl, y a Daejeon, donde se celebrará la VI Jornada de la Juventud asiática. Además, se reunirá con la mandataria surcoreana, Park Geun-Hye. El arzobispo de Seúl ha mostrado su entusiasmo por la visita declarando que la acogen “con beneplácito” y agradeciendo que viaje “tan lejos”. El presidente de la Conferencia Episcopal surcoreana, Peter Kang U-il, por su parte, ve en el acontecimiento un enorme paso hacia la paz mundial: “Creo que su decisión de visitar la dividida península coreana como destino de su primer viaje asiático, ha venido de su deseo de paz en la península y el resto del mundo y de su deseo de rezar junto a la juventud de Asia”. Será la primera vez en 20 años que un jefe de la Iglesia católica visite Corea.