Jesús Martínez Presa, miembro de la Sociedad de los Misioneros de África popularmente conocida como de los Padres Blancos, no piensa abandonar Mali tras 50 años viviendo en este país africano, a pesar de la situación de alto riesgo por el avance de los terroristas islamistas en la región, que está siendo controlada por Francia con el apoyo de diversos países de África.
Según un comunicado de las Obras Misionales Pontificias de España (OMPE), el padre Martínez afirma sentirse “muy bien y feliz de vivir esto junto con la gente ya que Malí es para mi como un hijo, y cuando se tiene un hijo, no se abandona”.
“La verdad es que estamos en momentos difíciles y tenemos que estar preparados para todo”, afirma este misionero español, que se encuentra en Kati, una ciudad a 20 kilómetros de Bamako, la capital de Malí.
Aunque está lejos de los bombardeos y de la guerra, la ciudad en la que se encuentra es un posible blanco de los ataques terroristas, porque allí reside una parte importante del ejército. “Lo que pase en Malí puede tener repercusiones para los países vecinos también”, aañade Jesús Martínez.
Otro de los factores que puede agravar la situación es que muchos extranjeros con inversiones se están marchando ante el cariz que toman los acontecimientos. La consecuencia inmediata es que la población local se queda sin trabajo. “Hay mucha gente que se ha ido, sobre todo los blancos, y eso tiene repercusión en el país, pues cuando un blanco se va, desaparecen unos cuantos puestos de trabajo”, añade el misionero.
Malí, ejemplo de país fallido
Malí, un ejemplo de estado fallido en África, es hoy noticia por la intervención francesa para frenar el avance islamista, una crisis que explotó el 22 de marzo de 2012 cuando un grupo de militares dio un golpe de Estado en protesta por la falta de medios para luchar contra los rebeldes. Mientras se solucionaba la inestabilidad, grupos islamistas salafistas y tuaregs aprovecharon el vacío de poder para tomar las ciudades de Kidal, Gao y Tombuctú.
En abril, el padre Manuel Julián Gallego, de los Padres Blancos, denunció que desde el golpe de Estado del 22 de marzo, el tiempo se había paralizado. “Desde entonces seguimos aquí, pero es como si el tiempo no pasara, simplemente esperamos que todo pase”, afirmaba entonces, tras informar de los avances de los rebeldes tuaregs, de los grupos islamistas, y de los destrozos que habían cometido en la misión católica de Gao.
En diciembre de 2012, Isabel Lázaro, misionera de las Hermanas del Ángel de la Guarda, ya se temía lo peor. “En este país hay un conflicto político que no se sabe cómo va a terminar”, afirmó. “No podemos abandonar dos internados mientras no veamos el peligro más cercano”, finalizó la hermana Isabel.
Actualmente hay 24 misioneros españoles en Malí, 16 de ellos son mujeres. Entre las congregaciones femeninas que tienen presencia, según datos de Obras Misionales Pontificias, destacan las Religiosas de María Inmaculada, con nueve misioneras; las misioneras de Nuestra Señora de África –más conocidas como Hermanas Blancas-, con cuatro misioneras, y las Hermanas del Ángel de la Guarda, con tres misioneras.
En cuanto a los hombres, los salesianos tienen cinco misioneros en Malí, y los Padres Blancos, tres.