Los integrantes de la banda –cinco rumanos y dos españoles– se introducían en los establecimientos haciéndose pasar por clientes o entrando por las puertas traseras, estudiaban el lugar e intentaban inutilizar los sistemas de alarma para luego esconderse.
Una vez cerrados los establecimientos, los ladrones perpetraban los robos forzando las máquinas tragaperras y las cajas registradoras.
La policía imputa a los siete detenidos nueve robos con fuerza en establecimientos –dos en el centro de Alicante, tres en Pamplona y uno en Murcia, Logroño, Salamanca e Irún–, y se les imputa diversos robos de similares características en Francia.
Tras los arrestos, los agentes realizaron tres registros en domicilios –dos en Sabadell y uno en Barcelona–, en los que intervinieron teléfonos móviles, indumentaria y herramientas para cometer los robos, aparatos electrónicos para desactivar alarmas, documentación falsificada, unos grilletes y una defensa eléctrica tipo Táser.