Hace unas semanas me compré la colección de DVD “The World at War” sobre la Segunda Guerra Mundial, producida en 1973. Su director fue Jeremy Isaacs. Incluye numerosas escenas de las muchas batallas que se sucedieron, discursos, y entrevistas con diversos personajes que participaron en ella, tanto famosos como anónimos. Marcó el coste record para una serie por aquél entonces. Sus capítulos suman 32 horas. Ha recibido numerosos premios.
Cada vez que veo o leo algo de la Segunda Guerra Mundial me estremezco. Millones (o cientos de millones) de personas se volvieron locas persiguiendo no sé qué sueño. Y millones de personas murieron. Se cometieron todo tipo de atrocidades, matanzas de cientos de miles de personas en diversas ocasiones, millones de prisioneros asesinados, etc.
Donde me quiero detener es en los inicios de la guerra en Europa. Alemania comenzó invadiendo territorios colindantes. Se repitió la misma escena en varios países con las mismas características.
En primer lugar, Alemania decía que estaba interviniendo para proteger a ciudadanos alemanes que estaban siendo maltratados por los gobiernos de los países donde residían. Se incluyen testimonios de polacos con ascendencia germana, por ejemplo, diciendo cómo eran maltratados por el gobierno de Polonia.
En segundo lugar, expresaban su deseo de pertenecer a Alemania. O sea, dejar de formar parte del país en el que estaban viviendo. Que tu territorio se desgajase y pasase a formar parte de una u otra manera de Alemania. Aducían razones históricas. Estas nunca faltaban ni faltarán, porque muchos territorios limítrofes han pertenecido a un país u otro según la época.
En tercer lugar, se ve cómo las personas de esos territorios reciben con los brazos abiertos a los alemanes agolpándose en la calle vitoreando al ejército alemán mientras sus tanques desfilan por las calles de las ciudades tomadas. Supongo que entre ir a saludar efusivamente a los alemanes invasores y no ir, era mucho mejor optar por la primera alternativa (por lo que te pudiera pasar).
Mientras tanto, Alemania seguía desplegando sus ejércitos con la excusa falsa de garantizar la paz y estabilidad, igual que está haciendo Rusia ahora mismo a lo largo de la frontera con Ucrania.
En el Pacífico, las ansias de Japón por conquistar áreas geográficas con materias primas le llevó a invadir diversos países, contestado por Estados Unidos con sanciones que desembarcaron en el ataque japonés a Pearl Harbour, todo ello mientras los embajadores iban de país en país intentando encontrar soluciones diplomáticas. Igual que las reuniones que se están manteniendo y las sanciones que está imponiendo Occidente contra Rusia.
Todo me recuerda Crimea. La historia se repite, y no hace falta echarle imaginación. Son los mismos argumentos, las mismas historias, las mismas reuniones, las mismas excusas que llevamos viendo varias semanas en Crimea.
No es que piense que estemos en el principio de una nueva guerra total. Simplemente quiero recalcar el hecho de que la historia se repite. Lo de Crimea ya se ha visto en otras ocasiones, y no hay que remontarse muchos años. Afortunadamente, creo que estamos en un momento histórico distinto, y después de muchos siglos de guerras ininterrumpidas (la historia entera de la humanidad, más bien), creo que este conflicto se intentará reconducir por otras vías que no sean las armas, al menos en primera instancia, ni directamente, ni a través de terceros a los que un bloque y el otro provee su armamento, como en la Guerra Fría. Ya se verá cómo termina. Por de pronto, Ucrania va camino de perder un territorio, y quizá no sea ni el único territorio ni el único país.