Si atendemos al número, tendríamos que afirmar que el cuerpo humano es en realidad un gran órgano microbiano. El número (1014) de bacterias, virus y hongos que tapizan nuestra piel y mucosas es muy superior al número total de células (1013) que componen nuestro cuerpo.
Se estima que las bacterias fueron los primeros seres vivos en poblar nuestro planeta, hace 3.500 millones de años, mucho antes que nosotros. Lynn Margulis, recientemente fallecida, defendió la teoría de la endosimbiosis explicando cómo las bacterias, células procariotas, conformaron las células superiores o eucariotas. De aquí la sugerencia de algunos para denominar el hombre como Homo bacteriens.
En cualquier caso, la importancia de las bacterias es evidente pero su organización es muy compleja. Se han aislado más de 1.000 especies diferentes dominando unas u otras en los numerosos nichos ecológicos. Solo en la boca la microbiota de las encías, lengua, superficie dental, surco gingival… es diferente. Estos últimos años se ha iniciado una aventura investigadora excepcional: la del microbioma humano cuyo impacto puede ser parecido al del genoma.
¿Cómo llegaron? Desde el paso por el canal del parto, la conexión del hombre con el mundo que le rodea es microbiana. La alimentación, las caricias, los juegos infantiles… toda actividad físico-fisiológica lleva a la adquisición de la microbiota (microflora) de cada individuo, pero ¿para qué sirven? De entrada, para darnos vida. No se puede entender la vida sin microbios. Algunas de los importantes funciones se empiezan a desvelar en la actualidad pero ya se ha podido demostrar su importancia en la maduración inmunológica del huésped, en la síntesis de vitaminas y otras sustancias útiles para el organismo y, especialmente, formando una barrera defensiva importantísima. El tapiz microbiano impide la colonización, imprescindible para iniciar muchos procesos infecciosos, de multitud de patógenos que llegan del exterior, poniéndonos en riesgo permanente.
Por todo lo citado, debemos considerar a los microbios nuestros íntimos amigos, a los que debemos cuidar y no hostigar.