Más de dos millones de fieles musulmanes se disponían a abandonar La Meca este lunes, tras su peregrinaje anual, marcado por el fuerte compromiso de los dirigentes saudíes de luchar contra los extremistas.
Centenares de miles de fieles afluían en las primeras horas de este lunes a Mina, cerca de La Meca, donde se lleva a cabo un último ritual que consiste en lanzar piedras contra tres estelas que simbolizan a Satán.
Este ritual, que comenzó el sábado, en el primer día del Aid (fiesta del sacrificio), dura tres días. Algunos peregrinos lo hacen en dos días para poder abandonar antes los lugares sagrados.
«Me gustaría quedarme aquí para siempre y no volver a casa», asegura en árabe Um Mohamed, una indonesia de 58 años.
Tras la lapidación, los peregrinos celebran el Tawaf, que consiste en circunvalar siete veces la Kaaba, el edificio más sagrado de la Meca. Luego abandonan la ciudad.
El hach transcurrió sin mayores incidentes. Según la agencia oficial Spa, 14 peregrinos fueron heridos el domingo al intentar escalar una colina en Mina. Más de 70.000 agentes de seguridad se desplegaron en la zona para supervisar los movimientos de los fieles y asegurar su seguridad, indica el jefe del centro de seguridad electrónica del hach, el general Abdalá al Zahrani.
«No ha habido fallos de seguridad durante el hach», asegura este alto funcionario, cuyo equipo ha utilizado más de 5.000 cámaras de vigilancia, incluso en la Gran Mezquita. El general Zahrani precisa que 380.000 fieles fueron rechazados porque no disponían del permiso necesario para el hach.
Esta decisión ayudó a descongestionar las carreteras alrededor de los lugares sagrados que solían estar bloqueadas por los peregrinos ilegales que acampaban en ellas, comprobó un corresponsal de la AFP. Más de dos millones de personas participaron en la peregrinación este año, de las cuales cerca de 1.389.000 venían del extranjero.
Varios mandatarios como el presidente sudanés Omar al Bashir hicieron el peregrinaje, que transcurrió en un contexto tenso en Oriente Medio por la guerra contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
El rey Abdalá reafirmó este domingo el compromiso de Arabia Saudita, que participa en la campaña de ataques aéreos contra el grupo EI en Irak y Siria, contra los yihadistas. El extremismo religioso «es un factor de perversión, que solo podemos remediar al erradicarlo», declaró.
El gran muftí saudí, el jeque Abdel Aziz al Sheij, llamó, por su parte, a golpear con «mano de hierro (…) a los enemigos del islam», cuando se dirigió el viernes a los fieles reunidos en el Monte Arafat, cerca de La Meca.
El peregrinaje estuvo rodeado de fuertes medidas de seguridad para proteger a los fieles de dos virus mortales, el ébola y el coronavirus MERS, que ha causado la muerte de 300 personas en Arabia Saudita. El ministro saudí de la Salud, Adel Fakih, afirmó este lunes que no se había detectado ningún caso de infección.