Hace ya tiempo que nos dimos cuenta de que Europa no era capaz de poner orden en ninguna guerra, ni siquiera en aquellas que tienen lugar en su propio y pequeño territorio. Lo comprobamos en Yugoslavia, por hablar de la más reciente y dolorosa. Por eso siempre me ha sorprendió que las tropas francesas acudan a países de África para intervenciones puntuales mientras, eso sí, defienden sus intereses económicos.
La cosa cambia cuando nos sumamos a las tropas de Estados Unidos, y no porque el gigante mundial garantice la legitimidad de sus guerras -de eso también sabemos mucho-, sino porque el resultado suele ser mas efectivo. Hago estas reflexiones al hilo de los datos que, cada día vamos conociendo de Siría y Egipto. Que son dos países cercanos y de una importancia estratégica evidente nadie duda. Pero es que ante la más que probable utilización de armas químicas en Siria y las matanzas egipcias, Europa responde con un contundente y firmísimo embargo de la venta de armas a ambos países. Como si eso les preocupara.
Comprendo la crisis en la que estamos y la dificultades añadidas de cada país, pero si no somos capaces de ayudar a los ciudadanos egipcios y sirios en la defensa de sus libertades, léase en su derecho a vivir libremente, es que Europa carecerá de argumentos para pedir que nos ayuden en el futuro. Y ya sabemos también que precisamente si algo caracteriza a estos países y a sus discutibles gobiernos es que son un muro de contención del islamismo más radical. Luego les pediremos sopitas. Y claro, ellos mirarán para otro lado.