Todas la ciudades tienen sus rincones cofrades donde el discurrir de las cofradías es especialmente bello y significativo. Incluso cada cofrade tiene sus lugares preferidos y que, paradójicamente, repiten año tras año. La cuesta del Bailío en Córdoba, la tribuna de los Pobres en Málaga, la plaza Mayor de Calanda o Valladolid, cualquier sitio con la Marcha de Thalberg en Zamora, la Macarena en Sor Ángela en Sevilla, etcétera. Son miles los lugares que cada cofrade busca hasta la saciedad, y una vez encontrado lo repite año tras año hasta que la fortuna, la lluvia, la necesidad u otro cofrade le hace descubrir otro.
Jueves de Pasión, en la judería de Córdoba
Este diario comienza el Jueves de Pasión (anterior al Jueves Santo) en la judería de Córdoba. La hermandad universitaria procesiona este día. Su Cristo de la Universidad es obra del profesor de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla Juan Manuel Miñarro a imagen del hombre de la Sindone. La imagen del Cristo sobrecoge por su dureza, la sangre que emana de la imagen parece manchar la cal de las calles de la judería cordobesa donde años antes anduviera Averroes. Su Madre Nuestra Señora de la Presentación le sigue a hombros de los hermanos costaleros buscando su nueva casa en el barrio del Realejo, barrio cofrade cordobés, barrio de la Esperanza, de Misericordia, de Remedio de Ánimas y de Jesús Nazareno.
Viernes de Dolores, en el Madrid más andaluz
El Viernes de Dolores volvemos a Madrid. Allí la Hermandad de Los Estudiantes realiza su Vía Crucis anual con el Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón por las calles de la feligresía. Este Vía Crucis fue el inicio de esta hermandad; en los últimos años de la década de los 80 los hermanos sacaban a la calle a este Cristo para realizar este piadoso Vía Crucis. Ahora, el Domingo de Ramos este magnífico Crucificado pasea por el Madrid de los Austrias. Las calles Independencia, Unión, Espejo… parecen dictar las normas de la hermandad. Allí la cofradía se hace andaluza, los costaleros se agolpan con los tramos de respeto, se forma la bulla tan extraña en Madrid, a la vez que el incienso se expande por todos los rincones de la calle. Al son de los pitos del silencio, composición musical de siglos pasados, la marcha de la cofradía parece haberse detenido en el pasado. María Inmaculada, Madre de la Iglesia, llena ese espacio de música, luz, color y olor y la calle se estrecha para no dejarla pasar, para que se quede en ella todo el año y disfrutarla. Pero los sones de la inmensa banda le empujan hasta su casa.
Lunes Santo, vuelta a Córdoba al Vía Crucis
Lunes Santo en Córdoba. Vía Crucis. Hermandad que año tras año se presenta sin estrenos. Toda la recaudación va a parar a fines caritativos. Santísimo Cristo de la Salud. La Salud tan importante, la hermandad tan impresionante. Volvemos a las calles de la Judería. Esta vez, cuanto más estrecha mejor. En Semana Santa hay que echarle cara al asunto. El policía no te deja pasar pero tú le prometes que solo vas a ver por dónde viene y ya te quedas allí, en calles donde se puede tocar las dos paredes a la vez.
Al llegar los primeros nazarenos con los tambores sordos hacen callar a todos. El paso de los cirios y cruces te recuerda que así eran las hermandades, penitencia y luz, hermanos con pies desnudos. Antes de la imagen una nube de incienso cubre toda la calle hasta hacer difícil la vista de la pared que solo se separa un metro, no puede existir tanto incienso, parece que todas las cofradías han admitido ceder sus incensarios.
Y, de repente, en medio de ese incienso, denso como la muerte y la enfermedad, aparecen 4 hachones y un Cristo llevado a hombros que debe ser girado para pasar por la estrechez de la calle. Y para delante de ti, y algún hermano comienza “tercera estación…” y a ti no te sale un halito de voz para rezar pidiendo salud y pidiendo que se vaya, que no soportas la mirada a centímetros de ese Cristo. Vía Crucis de Córdoba. Cuánto tienes que enseñar al resto de hermandades. Si alguna hermandad se mantiene igual que las del siglo XVI es ésta.
Martes Santo, la Agonía en Córdoba
El martes Santo también estamos en Córdoba. Si ayer fue el recogimiento hoy buscamos expresión externa. Agonía en el Bailío. La cuesta del Bailío comunica la plaza del Cristo de los Faroles con la calle Alfaros. Ese desnivel de la ciudad se salva en varias escaleras como la cuesta de Luján, tan nombrada por Pio Baroja. Por allí bajan varias cofradías, pero La Agonía tiene el añadido de ser la de recorrido más largo desde el barrio del Naranjo.
Ese Cristo, pequeño, coqueto, que acompaña a la humilde barriada todo el año, es escoltado por las figuras de los centuriones y lacayos que se juegan las ropas de Cristo tirando el dado para ver cuántas marchas van a sonar antes de bajar el paso. La bajada del bailío es dura, la delantera del paso sufre al compás de la saeta, poco a poco se va deslizando. Una marcha y otra, y otra hasta hacerse interminable ¿Cuánto tiempo llevan? ¿Qué chicota hacen hecho? La bajada se hace interminable, se te hace a ti, imaginas el trabajo costalero. Los aplausos sucumben a la música, al tambor y a la corneta, y cesan cuando el ultimo escalón se baja y hay descanso.
Miércoles Santo, de negro y rojo en Algeciras
El Miércoles Santo se hace muerte en Algeciras. La cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima del Mayor Dolor hace su presencia por las calles. Cuatro pequeños penitentes con sus túnicas negras y sus capas rojas figuran delante de la cofradía acompañados de sus padres y abuelos. El ser cofrade es una forma de vivir la religión. La hermandad te enseña, te adoctrina, cómo ser buen hermano, cómo ser humilde. Todos igual vestidos viene a recordarnos que nadie es más que nadie, que todos somos iguales ante los ojos de Dios. El encuentro, tan denostado por unos, tan unido a la tradición por otros. Los pasos se acomodan uno delante del otro para recibir y ser visto de manera que los dos se hacen uno ante la mirada atónita del pueblo. Hora de recogida.
Jueves Santo, desembarco de la Legión en Málaga
El Jueves Santo empieza en Málaga con el desembarco de la Legión. Cuerpo expedionario legionario de cabra y barbas largas. Este año es especial, su presencia en la Jornada Mundial de la Juventud fue un revulsivo en esta España laica. Todo Madrid buscó el Cristo de Mena en su salida desde la Catedral castrense; la imagen de la Calle Mayor esperando al Cristo llena a rebosar permanece en el imaginario cofrade. Todos los cofrades se agolparon a las 4 de la mañana de un jueves de Agosto como si de la »madrugá» se tratara en la Puerta del Sol para ver ese Cristo muerto a los sones de »Soy el novio de la muerte».
Esta vez estamos en su casa. Aunque la multitud es la misma intentamos vislumbrar los uniformes de esos militares que han solicitado acudir a la procesión. Militares de tantos y tantos países que cada día, cada mes, cada año se juegan la vida, a veces, por razones que se nos escapan a nuestra modesta conciencia. Pero después de la Muerte llega la Esperanza y ese barco grande y verde al salir de su casa hermandad inunda toda Málaga, toda Andalucía, toda España y todo el mundo con sus varales. Hombres de trono, ballena de la esperanza, quién fuera el privilegiado que te portara. Y el Chiquito, qué decir del Nazareno. Su recogida espectacular, sus mecías, sus »levantás» a mano… Málaga no le deja volver a descansar de la Cruz. »Madrugá» de Málaga, la noche más larga y el tiempo más corto. ¡Qué rápido transcurres!
Viernes Santo, sobriedad en Algeciras
EL Viernes volvemos a Algeciras. Sagrada Mortaja, cofradía joven de antiguo silencio. Su paso costalero levanta a la vieja ciudad. Sus jóvenes hermanos resucitan la sobriedad del cofrade. Sus imágenes evocan la gloria de la Semana Santa. Que cofradía tan nueva y a la vez tan vieja, tan bien llevada y organizada, nadie diría que su origen no tiene más de 3 años en la calle. Seriedad y sobriedad. Por la tarde hemos estado en San Roque, cuna de Ortega Bru. Su procesión magna embelesa a todos. Las imágenes se presentan una tras otra como si de un museo andante se tratara.
Domingo de Ramos, resurrección en Córdoba
Domingo de Ramos lleno de color, amarillo, blanco y azul. Los penachos de dos romanos se recortan en la plaza de Santa Marina de dos aguas. La antigua parroquia de Córdoba, una de las collaciones de la antigua ciudad, ve venir de frente a su Cristo resucitado de Miñarro, mientras los dos legionarios son derrotados por la magnificencia del Señor. EL paso, un barco amarillo, se mece de costero a costero, a pasitos cortos, pa»lante y p»trás, a los sones de marcha tras marcha. No hay mejor manera de acabar la Semana Santa que la recogida del Resucitado. Cuando ves la cara de Nuestra Señora de la Alegría, sonriendo para sus adentros, piensas «qué poco queda para la Semana Santa del año que viene».