¡La que se ha liado! El inmovilismo de Rajoy ha exasperado a propios y ajenos. Cuando se analicen los resultados electorales se conocerá que muchos votantes del PP se abstuvieron para señalarle al Presidente que había que hacer algo. Ese fue el mensaje. La insensibilidad ante el mismo ha defraudado incluso a los que votaron PP. Y también a los cuadros territoriales que han visto como se les escapa el poder entre las manos, como el agua en un coladero.
Lo grave no ha sido la derrota, que es una victoria pírrica en número de votos municipales. Lo grave ha sido demostrar que a la «cúpula monclovita» le traía sin cuidado lo que dijeran los electores. Más de uno ha pensado: ¡no tienen remedio!
Se comunica más con hechos que con palabras
El Presidente achaca el resultado electoral a fallos de comunicación. Y es verdad. Pero la comunicación no sólo se hace con palabras y discursos orales. Se comunica más con hechos. Florentino Perez en el Real Madrid ha dicho más con la destitución de Angelotti que con las explicaciones que dio después. Hechos son amores y no buenas razones.
Ante esa incapacidad, los dirigentes territoriales ha decidido no ser «zombis» políticos. Vagabundos en un territorio sin poder y sin rumbo. Muchos han anunciado que se van. Ni la proverbial argamasa del poder monclovita los ha podido sujetar¿Qué esperaba Mariano? ¿Qué esperaba Arriola? Mientras ellos disfrutan de sus sillones en el Gobierno de la nación que los otros se sacrificaran en aras a un futuro sin esperanza. El liderazgo exige una visión de futuro y la que les ofrece la actual dirección es plana, sin ilusión.
¿Y si el voto útil de la derecha fuera el del PSOE?
La teoría arriólica de que al final los electores acabarán votando PP como tabla de salvación para tener un partido fuerte en el Gobierno se puede volver contra el PP. Ya he oído a más de un votante popular decir: «Hay que votar al PSOE que es lo único que puede frenar a Podemos. Además el PP tampoco me ha defendido mis convicciones (ley del aborto)». Es decir que si no tiene cuidado Rajoy el voto útil de la derecha puede ser para Sánchez. Paradojas de la política.
Así que en seis meses hay que darle la vuelta a la situación. Lo difícil es que lo haga una dirección que ha hecho del «no tomar decisiones en tormenta» su forma de dirigir. El consejo ignaciano de «en épocas de tribulación no hacer cambios» puede que esta vez no sea lo más indicado.