Ernesto M. R., de 59 años, será juzgado mañana por un delito de detención ilegal en concurso ideal de homicidio en grado de tentativa, otro delito de amenazas, un tercer delito de atentado con uso de arma y una falta de lesiones.
Según el fiscal, el procesado se encontraba en el momento de los hechos en proceso de separación conyugal. Así, decidió acabar con la vida de su esposa y, para ello, ideó un plan que consistía en trasladarla contra su voluntad a un lugar no determinado para, una vez allí, dispararle con un arma de fuego.
Con dicha finalidad, el procesado estacionó el 18 de octubre de 2010 su furgoneta en las proximidades del domicilio de la mujer, en la localidad madrileña de Las Rozas. El hombre llevaba en el vehículo un tubo de desagüe de PVC tapado por bolsas de basura en cuyo interior ocultaba una carabina semiautomática marca Anschütz.
Esta arma había sido preparada con antelación por el procesado para llevar a cabo su acción y se encontraba en el momento de los hechos en perfecto estado de funcionamiento.
SECUESTRO
Sobre las 10:40 horas, al ver llegar a su mujer al domicilio, el hombre se bajó de la furgoneta con el referido tubo en la mano y obligó a la mujer a subir a la misma con la amenaza de que llevaba un rifle y de que, de hacer caso omiso a su orden, la dispararía.
La mujer subió al vehículo y aprovechó un descuido de su captor para llamar por el teléfono móvil a su hijo y advertirle de la situación. El joven llegó al lugar en breve espacio de tiempo, encontrando a su madre retenida en interior de la furgoneta y a su padre en la calle a pocos metros del vehículo. El procesado amenazó a su propio hijo con pegarle un tiro, subió a la furgoneta y se dio a la fuga.
El joven les siguió con su motocicleta al tiempo que llamaba a la Guardia Civil de Las Rozas, comunicando lo sucedido, la ruta que seguía el secuestrador y los datos del vehículo. Al darse cuenta el acusado de que su hijo les seguía, obligó a la mujer, amenazándola de nuevo con disparar el arma, a gritar al joven que dejara de hacerlo. El hijo se vio obligado entonces a seguirles desde una distancia mayor hasta que les perdió.
El acusado continuó entonces la marcha por la carreta M-505, dirección El Escorial y los agentes de la Guardia Civil localizaron la furgoneta del acusado a la altura del punto kilométrico número 5 de dicha carretera.
Cuando el procesado se percató de que estaba siendo seguido, esta vez por efectivos policiales, perdió los nervios, gritó «¡Esto no puede seguir más!» y cogió de nuevo el tubo de PVC con la carabina en su interior dispuesto, supuestamente, a terminar con la vida de María de la Soledad. La mujer, viendo el serio riesgo que corría su vida, se tiró del vehículo en marcha, rodando por el suelo y golpeándose en cadera, cabeza y muñecas. A continuación, el acusado paró en seco la furgoneta, momento en el que los dos vehículos de la Benemérita, uno con distintivos oficiales y otro camuflado, se apostaron a unos metros de la misma.
Uno de los agentes se bajó de uno de los vehículos para socorrer a la mujer. Ernesto entonces disparó su carabina contra ellos dos con el claro ánimo de causarles la muerte pero sin alcanzarles. Después realizó hasta un total de ochos disparos contra el resto de los agentes que ya habían descendido de los coches.
Los guardias civiles repelieron la agresión realizando cada uno de ellos tres disparos, alcanzado uno de ellos en el antebrazo derecho del acusado. Finalmente, el agresor soltó el arma dijo que se rendía y bajo de la furgoneta en la que se encontraba parapetado.
No obstante se negó a ser detenido y engrilletado por lo que tuvo que ser reducido por la fuerza por los agentes, mientras éste no paraba de lanzar puñetazos y patadas a los uniformados. Uno de los agentes resultó lesionado en el transcurso del forcejeo.