«Enrique Pozzoli convenció a mis padres para que fuera cura y mi familia vivió en la Cristiandad».
«En casa eran católicos pero preferían que lo decidiera más tarde»
«Parece que mi abuela siempre decía cosas que no sentaban muy bien al mundo político»
«Cuando mi padre llegó a Buenos Aires se hospedó con los Salesianos en la calle Solís, y allí conoció al Padre Pozzoli quien inmediatamente pasó a ser su confesor»
«Mis abuelos y papá quedaron en la calle. Menciono este acontecimiento porque Fue el P. Pozzoli quien los presentó a una persona, quien les facilitó un préstamo de 2.000 pesos».
«Pozzoli sabía presentar las cosas, ayudaba a pensar bien y a sentir bien»
«La vocación me llegó tras caerme de unn caballo en 1954» (Como a San Pablo)
«Pozzoli examinó mi vocación. Me dijo que rezara, y lo dejara en manos de Dios, después de que mis padres dijeran que era mejor acabar la universidad»
«Cada vez que rezo el »Sub tum praesidium…» me acuerdo de Pozzoli»
«Pozzoli intentó arreglar un enfrentamiento entre hermanos. No lo logró. Les ayudó siempre, pero nunca volvió a su casa a almorzar
«El 12 de diciembre de 1955. Papá y mamá cumplían 20 años de casados. el festejo consistió en una Misa (sólo mis padres y los cinco hijos) en la Parroquia San José de Flores».
«Pozzoli dice a mis padres que está bien lo de la Universidad, pero que las cosas hay que tomarlas cuando Dios quiere que se tomen».
«Pozzoli preparó el corazón de mis padres durante su charla. Había sembrado, y bien… pero le dejaba a los demás el gusto de la cosecha».
Entré en el Seminario en 1956. En agosto de 1957 tengo una pulmonía. Estoy al borde de la muerte. Luego me operan del pulmón».
«Hay dos momentos, en mi relación con el P. Pozzoli, que me dan tristeza cuando los recuerdo. Uno es la muerte del papá, el 24 de septiembre de 1961. El P. Pozzoli viene al velorio y quiere sacar una foto de papá con sus cinco hijos… A mí me da verguenza y con esa suficiencia de los jóvenes me las arreglo para que la cosa no se dé. un mes después el moriría».
La segunda ocasión fue a raíz de su muerte. Pocos días antes lo visito en el Hospital Italiano. Está dormido. No dejo que lo despierten (en el fondo me sentía mal, y no sabía qué le diría). Salgo de la habitación y me quedo charlando con un padre que está allí. Al rato sale otro Padre de la habitación y avisa que el Padre Pozzoli se despertó, que le avisaron de mi visita, y pide que si todavía estoy, que entre. Yo digo que le digan que ya me fui. No sé qué me pasó, si era timidez o qué…».
«Cuántas veces he sentido honda pena y dolor por esa mentira mía al P. Pozzoli en el momento de su muerte»
«Son de esos momentos (pocos quizá) de la vida, que uno quisiera tener la oportunidad de vivirlos de nuevo par acomportarse de otra manera».
«Cuando nos reunimos los hermanos siempre sale alguna conversación sobre el Padre Pozzoli».
«Siento que hoy he cumplido sencillamente con mi deber. A mi edad uno comienza a aceptar que la vida «le pase la cuenta, es decir que le vaya señalando las personas que lo ayudaron a vivir, a crecer, a ser cristiano, sacerdote, religioso… Y, al reconocer el bien que me han hecho tantas personas, voy gustando cada día más el gozo de ser agradecido».