Las benditeras son recipientes que contienen agua bendita, son «pequeñas cavidades insertadas en un elemento ornamental de formas variadas, que se colocaban en la pared del dormitorio para persignarse antes de dormir», aunque también podían estar en otra estancia de la casa, como la entrada para hacer este gesto antes de salir.
Su origen posible es la pila de agua bendita que se encuentra en la entrada de las Iglesias, pero de mayor tamaño, explica el museo.
La benditera que expone este museo tiene una decoración «moldeada en relieve y sobrepintada la imagen de San Antonio de Padua con sus atributos: rama de azucenas y niño Jesús sobre un pedestal amarillo». El Niño Jesús en sus brazos «alude a la aparición que tuvo en su cuarto, y la rama de azucenas a la pureza».
Así, explica que la imagen de San Antonio en las benditeras «es la más común, por tratarse de un santo de especial devoción entre los alfareros», ya que «según la tradición, impidió que un vaso arrojado al suelo se rompiera».
El agua bendita que contenían las benditeras era considerada «un elemento purificador por su capacidad de limpieza», ya que para la Iglesia, «Cristo se identificaba con el agua viva, manifestándose el significado purificador presente en el simbolismo del Bautismo y, como extensión, en el acto de hacer la señal de la cruz sobre el rostro con agua bendita».
Explica el museo que «el significado de la limpieza con agua venía de la concepción de que las iglesias son lugares sagrados separados del ámbito profano para guardar la Divinidad».
El origen de estas pilas con agua bendita se sitúa en el siglo XV, y se extendieron hasta el siglo XX, aunque todavía se mantiene su fabricación en la actualidad. El material más habitual es la cerámica, pero también se pueden encontrar en porcelanas, loza, terracota, metales diversos, madera, estuco, piedra, cristal u opalina.