En la Junta, la última que celebra la centenaria entidad valenciana y que se ha constituido con un 99,04 por ciento del capital –un 0,01 por ciento presente y un 99,03 por ciento representado–, Armenter ha anunciado que mantendrán la marca Banco de Valencia en las oficinas de la nacionalizada en las provincias de Valencia y Castellón, que lucirán ambas marcas, mientras que las de Alicante sólo exhibirán la denominación CaixaBank.
Además, ha avanzado que trasladarán la Dirección Territorial de Levante de CaixaBank al «emblemático edificio» que ocupaba Banco de Valencia desde 1942 en la calle Pintor Sorolla.
Del tipo de canje, ha destacado que «es razonable a partir de las circunstancias actuales del banco» y «equilibrado a efectos de la conversión en acciones de CaixaBank», y que así lo corroboran tanto KPMG como Rothschild. Es más, en la réplica a los accionistas ha remarcado que la reducción del valor nominal de estos títulos de 0,20 a 0,01 euros se enmarca en el «valor real» de la entidad, que el FROB «valoró en negativo» y a la que CaixaBank ha «dado valor» tras su adquisición, de 0,053 euros por acción.
Armenter admite que la «desaparición» de la entidad fundada en 1900, que prevé culmine «en la segunda quincena de julio», se produce «en circunstancias difíciles para los accionistas históricos» de Banco de Valencia, pero incide en que va a «permitir que la clientela actual disponga de una entidad capaz y solvente, dispuesta a mantener y a aumentar el compromiso con la sociedad valenciana».
También ha agradecido a la plantilla de Banco de Valencia su «profesionalidad y esfuerzo» en este «período corto pero intenso», que ha incluido una «reestructuración ordenada, planificada y consensuada con los representantes de los trabajadores», con dos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que han conllevado la salida de 360 trabajadores en 2012 y de otros «795 empleados adicionales» este año y que, según ha dicho, posibilitarán la continuidad en CaixaBank de más de 800 trabajadores actuales del banco.