En un comunicado, Atea ha recordado que el Oilar Jokoa consiste en trasladar un gallo desde un caserío de los alrededores hasta el centro del pueblo, y colocarlo atado de patas en medio de una plaza.
A su juicio, «la angustia a que se somete al desdichado animal» está contemplada en la normativa proteccionista vasca (Ley 6/1993) «como prohibida». Además, ha denunciado que es un agente de la Policía municipal de Legazpi quien se encarga de verificar las reglas del juego, «cuando es su condición profesional la que debería impulsarle a velar por el cumplimiento de la Ley y no tanto a colaborar en su incumplimiento».
Atea considera «inconcebible» que se someta «a seres inocentes a situaciones de sufrimiento psicológico, además de físico, por parte de ciudadanos que conforman sociedades industrializadas».