Imaginemos un robot provisto de un lanzallamas que se mueven de forma autónoma por un terreno determinado. Imaginemos además que este dron procesa datos previamente tomados por un avión no tripulado que ha sobrevolado la zona en cuestión. Parece una prueba militar de alta tecnología pero no lo es, se trata de un proyecto científico con fines agrícolas que además de ser pioneros en su área, está liderado por investigadores españoles. El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), encabeza un consorcio internacional en el que participan hasta ocho países que lleva tres años trabajando en el proyecto RHEA (Flotas de Robots para una Agricultura Altamente Eficaz), que cuenta con un presupuesto de ocho millones de euros.
El proyecto está desarrollando una tecnología combinada de drones que toman imágenes y flotas de robots que trabajan de forma autónoma a partir de los análisis de dichas imágenes. En función del tipo de cultivo tendría lugar un procedimiento diferente. Por ejemplo, en el caso de acabar con las malas hierbas en un cultivo de cereal, el proceso comenzaría con el vuelo del dron, que tomaría fotografías multiespectrales de la parcela en cuestión. Con dichas imágenes se elaborarían mapas agronómicos que son procesados en una estación base que controla los movimientos de los prototipos y que es la que les envía la información de su labor.
En el caso de cultivos de maíz o de olivos, los propios robots llevan instaladas unas cámaras que detectan las malas hierbas y aplican el tratamiento, sin necesidad de que sobrevuele previamente el dron. Las máquinas no llevan tripulantes, se mueven por GPS y por sistemas de visión artificial. La inteligencia artificial acelera y frena la maquinaria, aplica la dosis determinada de herbicida o activa un apero de arado. Las máquinas tienen una cámara para guiarse, que además distingue entre árboles y personas. Además están provistas de un láser que también detecta obstáculos de riesgo.
Tres prototipos
El centro emplea tres prototipos de robot, el primero aplicado a las malas hierbas en cultivos de cereales, el segundo para maíz, ajos y cebollas y el tercero para árboles. En ambos casos el procedimiento es similar. El dron – o la cámara individual del prototipo – detecta las malas hierbas, le transmite la información al robot y este ejecuta el tratamiento correspondiente sólo en aquellas zonas que le indica el mapa agronómico.
El tratamiento puede ser de herbicidas en cereales, de fuego en maíz, ajos y cebollas y fumigación en árboles. En el caso del maíz, el robot detecta las malas hierbas y activa el lanzallamas que las destruye. En el caso de la pulverización en olivar, el robot no detecta los insectos, pero sí detecta cuándo hay árbol y cuándo no, de modo que el tractor se desplaza por el campo de olivos y abre la boquilla de tratamiento cuando se encuentra junto al olivo. Así se consigue ahorrar en el tratamiento entre árbol y árbol.
La estación base tiene la información general de todo el plan y genera un plan individual para cada una de las unidades y después cada unidad está capacitada para desarrollar su plan individual con cierta autonomía. Además, los tres prototipos están diseñados para trabajar en flota de forma conjunta a partir de los análisis y el mapa de variables agronómicas de interés.
El objetivo del proyecto RHEA es disminuir el uso de productos químicos para la agricultura en un 75%, mejorando la calidad del cultivo y también la salud y seguridad de los seres humanos, además de suponer un ahorro importante en tiempo y en recursos humanos.