Más de 750 millones de personas alrededor del mundo tienen una cuenta en Facebook. Las probabilidades de que fallezcan varios usuarios cada día son elevadas. Y de hecho ocurre. La gente muere. Según la bloguera Emily Dunham, hay entre 10 y 20 millones de difuntos en esa red social y, en 14 años, si nadie pone remedio, se cuadruplicará este número.
Durante los últimos meses, los despachos de abogados especializados en esta materia han notado un incremento de solicitudes por parte de ciudadanos que quieren dar de baja las cuentas de familiares muertos. “Sobre todo hemos advertido más peticiones en el último año y especialmente hemos percibido un mayor interés desde el fallecimiento de la niña gallega Asunta Basterra, que escribía en un blog”, asegura la directora jurídica de Eprivacidad.es, Verónica Alarcón.
Lo más habitual, continúa, es solicitar la eliminación permanente del perfil “con el fin de que sea retirada toda la información personal publicada”. “Y no sólo por seguridad –añade–, sino para evitar las incesantes llamadas de personas desconocidas, los continuos mensajes publicados en el muro del fallecido destinados a mostrar su condolencia y, lo que es peor, las comunicaciones de usuarios que ignoran el fallecimiento y obligan a la familia a tener que informarles”, explica Alarcón.
“Los casos más complejos y lamentables son aquellos en los que un menor fallece y son los padres los que acuden al despacho a preguntar cómo hay que eliminar el perfil que su hijo tenía en varias redes sociales”, explica Javier Álvarez, abogado de Borramisdatos.es. “El juez siempre nos solicita una esquela o un certificado de defunción que confirme el fallecimiento”, asegura.
Ofelia Tejerina, abogada experta en protección de datos, agrega una distinción fundamental. “El derecho a la protección de datos se ostenta en vida, no estando muerto; en cambio, el derecho al honor también es reclamable para los difuntos, pues se conserva a pesar de no estar vivo”, asegura. “Contratan nuestros servicios sobre todo porque se han ocasionado daños al honor del difunto y sus parientes ejercen el derecho de cancelar su perfil público en las redes”, agrega Miguel Juan Cobacho, abogado que gestiona el sitio Salirdeinternet.es.
Usurpación de identidad
La especialista en derecho de imagen Paloma Vallejo recomienda solicitar la supresión de la cuenta cuanto antes y advierte de los riesgo que conlleva no hacerlo. “Mantener el perfil abierto, e incluso activo, está penado con entre seis meses y tres años de cárcel”, explica en referencia a la posibilidad de que se cometa un delito de usurpación de identidad. “Lo mejor es cerrar la cuenta y comunicárselo al equipo de soporte de las redes sociales en cuanto tengamos constancia del fallecimiento”, señala.
Según Vallejo, Facebook o Twitter suelen tardar entre dos y tres días en deshabilitar la cuenta por completo desde el momento en que se le notifica. “Si se trata de una empresa estadounidense, debemos enviarles un certificado de defunción notariado y traducido al inglés, para que ellos tengan la plena seguridad de que el fallecimiento es cierto”, explica la letrada. “No solemos llegar a los tribunales ni a altas instancias, debido a que se suele cancelar la cuenta tarde o temprano”, señala Miguel Juan Cobacho, quien entiende que “no beneficia a nadie que cierto perfil continúe abierto, ni a la red social ni a los familiares del fallecido”.
Javier Álvarez, de Borramisdatos.es, recomienda incluso “establecer en el testamento quiénes serán los herederos de nuestro legado digital”. Este consejo, sin embargo, casi nunca se lleva a cabo principalmente por la poca costumbre que existe de hacerlo. Poca gente, sobre todo joven, se plantea qué pasará con su herencia –que quizá ni siquiera tenga– cuando muera y escasas esposas, maridos o padres se preocupan por las cuentas de las redes sociales tras una pérdida. Algunos ni siquiera saben cuántos perfiles tenía abiertos el fallecido.
Para evitar precisamente lo que advertía la bloguera Emily Dunham, algunas compañías como Google han optado por desactivar automáticamente la cuenta tras un periodo de inactividad por parte del usuario. Otras ni se han planteado la cuestión.
En cualquier caso, aunque la mayoría de solicitudes que llegan a los despachos son para eliminar perfiles, también hay quien demanda mantenerlos “como homenaje al fallecido”, admite Verónica Alarcón. De hecho, existe una red social, In Memoriam, concebida como punto de encuentro entre familiares, compañeros o amigos del difunto. La web permite a allegados dispersos por todo el mundo honrar y recordar al fallecido, comentar con el resto de miembros aspectos sobre su vida o incluso encenderle velas.