El 27 de agosto el caso de Ruth y José daba un vuelco inesperado. Un informe solicitado por la madre de los niños revelaba que los huesos encontrados en una hoguera de la finca de Las Quemadillas eran de sus hijos. El forense Francisco Etxberria contradecía con su informe el trabajo inicial del perito de la Policía Científica, que afirmaba de forma rotunda que se trataba de huesos de roedores.
La cosa no terminaba ahí. Poco después se conocía que un tercer informe, encargado al profesor Jose María Bermúdez de Castro, apoyaba la tesis del forense y concluía ademásd que «los restos corresponden a un niño de 6,22 años de edad con un margen de error de más menos 42 días».
El ministro de Interior comparecía inmediatamente para dar veracidad a los dos informes e informar de que se había solicitado un informe definitivo que pusiese luz sobre cuál de las dos tesis estaba equivocada.
Los nuevos datos caen terriblemente sobre la figura de José Bretón, pues si se demuestra que quemó a sus hijos, se convertirá en el asesino más frío y terrible de nuestra crónica negra, por su falta de humanidad al no derrumbarse tras un crimen tan horrendo y presenciar con tanta frialdad el sufimiento de su mujer.
Todavía hay que esperar al resultado de las pruebas, aunque el hecho de que el fuego haya destruido el ADN de los restos óseos no resta solidez a las pruebas. Bretón podrá ser condenado con o sin ADN y de ser declarado culpable se enfrentaría a una pena de 40 años de prisión, lo que en su caso, con la edad que tiene, sería equivalente a una cadena perpetua.