Han pasado más de dos meses desde el primer rapto y diez días desde el segundo, pero aún no hay un retrato nítido del pederasta de Ciudad Lineal. La Policía se ha volcado en su búsqueda las 24 horas del día, mientras crece la alarma social. Así se desarrolla la operación Candy (golosina).
Se le considera autor de dos raptos de niñas en ese distrito madrileño el 10 de abril y el 17 de junio y se estudia si también perpetró otro en septiembre de 2013, aunque el modus operandi no coincide plenamente. También se indaga un cuarto caso: un intento de secuestro de otra niña el mismo 10 de abril, pero unas horas antes.
Ninguna cámara le ha grabado -al menos de las cientos que ya se han revisado-, a pesar de que ha actuado en la calle, a plena luz del día, y supuestamente ha conducido varios kilómetros con las niñas en su vehículo tanto al raptarlas como al liberarlas.
Asume riesgos, no se sabe si por su patología o porque incluso le gusta retar a la Policía, y por ahora le ha salido bien. Al menos aparentemente.
Según los investigadores, convence a las niñas para que le acompañen y no oponen resistencia; en el primer caso dijo a su víctima que tenía que acompañarle para probarse ropa porque lo había dicho su madre, mientras que en el segundo se interesó por la confección de pulseras con gomas.
A continuación, las narcotiza con medicamentos de la familia de la benzodiazepina (Valium, Orfidal…), por lo que las menores quedan aturdidas y luego no recuerdan mucho.
Y antes de liberarlas las ducha para eliminar cualquier resto biológicos que permita obtener pruebas.
Todo ello hace pensar que el agresor conoce «bien» la forma en la que investiga la Policía, según ha explicado la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, que reconoce que la investigación es «muy complicada».
Para Cifuentes, la identificación del sospechoso es «la máxima prioridad» de la Policía.
De hecho, casi un centenar de agentes trabajan en la operación Candy (golosina en inglés), denominada así porque la niña raptada el 10 de abril iba a comprar chucherías en ese momento.
Ante la falta de resultados, Candy iba a desactivarse al día siguiente de que ocurriese el segundo secuestro, pero obviamente se reactivó y se reforzó.
Actualmente hay una decena de agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF) dedicados en exclusiva, las 24 horas del día, a la búsqueda del pederasta.
Este grupo trabaja en un «cuartel general» ubicado en una sala de la Jefatura Superior de Policía en la que hay, entre otras muchas cosas, planos desplegados en los que se han marcado los puntos en los que fueron raptadas las niñas y en los que luego fueron encontradas.
Estos investigadores están apoyados por agentes de las comisarías de Ciudad Lineal, San Blas y Hortaleza, y por otros de la Brigada de Policía Judicial.
Han recabado decenas de testimonios, de supuestas pistas y visionado cientos de grabaciones de numerosas cámaras de videovigilancia, pero la información obtenida no proporciona todavía los datos necesarios para confeccionar un retrato robo fiable del agresor ni para saber cuál es el coche que utiliza.
Mientras, los padres de la zona de Ciudad Lineal expresan su inquietud e incluso miedo ante la posibilidad de que vuelva a actuar.
Los mensajes de WhatsApp corren como la pólvora, con supuestas descripciones del hombre y de su vehículo, e incluso algunos vecinos han colgado carteles por el distrito advirtiendo de que un agresor anda suelto.
Los padres del barrio esperan recibir cuanto antes la noticia de la detención del pederasta. Ojalá se pueda dar pronto.