El poliamor gana terreno a la idea tradicional de pareja, pero tan arraigado modelo no puede simplemente evaporarse. La sociedad española, que hasta hace poco más de una década ni siquiera permitía los matrimonios del mismo sexo, no acaba de concebir lazos sentimentales que no sean exclusivos a dos personas. Aún muchas dudas planean sobre el poliamor, y en teinteresa.es nos hemos propuesto resolverlas.
“El poliamor consiste en amar a varias personas a la vez, de forma consensuada, consciente y ética”, tal y como reza su definición en la web poliamormadrid.org. Lola, poliamorosa, añade que “por supuesto, todos disfrutan de la misma libertad para establecer más relaciones por su parte” y destaca la importancia de que “se tengan en cuenta las necesidades de las personas que participan”.
Además, Lola nos explica que el poliamor puede ser jerárquico, si existe una relación que prevalece sobre las demás o no jerárquico, si todas las relaciones se desarrollan en el mismo plano de igualdad. “Yo actualmente me encuentro en un poliamor jerárquico con cuatro parejas, con una de las cuales estoy casada y convivo”, nos revela Lola.
“Me he sentido poliamorosa toda la vida, lo practico felizmente desde hace 6 años. Me ocupa sobre todo la parte ética, para poder entender las necesidades de mis parejas”, explica la entrevistada. Su marido conoce a una de sus parejas, pero las otras dos no porque “no están fuera del armario”, es decir, no han dicho nada dentro de su círculo socio-laboral.
P: ¿En qué se diferencia de poligamia?
R: Son dos conceptos que no tienen nada que ver. La poligamia parte de la premisa machista de que el hombre es superior a la mujer, por eso se le permite tener varias mujeres, mientras que a su vez, estas mujeres sólo pueden unirse a ese hombre que las “provee” a todas. Hay un desequilibrio, una desigualdad que no tiene cabida en el poliamor; se trata de una estructura vertical en la que el hombre tiene todo el poder y la mujer nada.
Por el contrario, el poliamor se basa en que todas las personas son libres e iguales, por eso no se ponen trabas a la hora de que se unan a otras personas que les gusten, les llenen y les permitan evolucionar. Es más, lejos de impedir que cada una de tus relaciones establezca conexiones con otros/as, lo deseable es facilitar esas otras relaciones. Por eso se emplea el término “metaamor”, para referirnos a esas otras personas que forman parte de la vida de nuestras parejas, en vez de llamarlos “amante”, “el/la otro/a”. No rechazamos a otras personas que hacen felices a nuestras relaciones ni competimos, todo lo contrario, les apoyamos.
La poligamia daría lugar a un harén opresivo, con mujeres custodiadas y privadas de su libertad, mientras que el poliamor produce constelaciones de personas libres que se ayudan unas a otras y se prodigan amor, apoyo y cuidados.
P: ¿Es sinónimo de «relación abierta»?
R: No, aunque el poliamor puede compartir características con las “relaciones abiertas”, en el sentido de que no suele exigirse exclusividad sexual entre dos personas. Cuando se habla coloquialmente de relaciones abiertas entran también las parejas swingers, que socialmente son monógamas pero en su vida privada realizan intercambios de parejas y/o sexo grupal. En el poliamor puede suceder incluso lo contrario, que varias personas decidan limitar sus relaciones sexuales sólo entre ellos (lo que se llama “polifidelidad” o “poliamor cerrado”), o que con alguna de las personas no se tengan relaciones sexuales porque se desarrolla exclusivamente en el plano emocional.
P: ¿Cuáles son las «claves» para que funcione una relación poliamorosa?
R: Hay tantas formas de plantearse el poliamor como personas hay practicándolo pero, a rasgos generales, pienso que deben primar la honestidad (tanto con uno mismo como con los demás), la comunicación (los límites y condiciones de una relación poliamorosa no son estáticos ni rígidos, van modificándose con el tiempo y la evolución de los participantes, además de que se deben expresar los sentimientos), la confianza para mostrarnos tal y como somos, y valentía para salir del armario frente a las personas con las que estableces conexión, frente a la sociedad y lo más importante y difícil, para aceptar nuestra realidad.
También ayuda mucho tener flexibilidad mental para ir acomodándose al fluir de la relación, y resiliencia para ir adaptándonos a las circunstancias y resolviendo de manera positiva las dudas o problemas que puedan ir surgiendo. Tampoco viene mal un poco de paciencia para cuando encontremos trabas, límites o tengamos la sensación de evolucionar más despacio de lo que nos gustaría.
Hablar a menudo de nuestras expectativas, llevar a cabo acuerdos sobre el tiempo a pasar juntos, el reparto de responsabilidades, aceptar nuestros sentimientos sin juzgarnos a nosotros o a los demás, incluso si nos descubrimos sintiendo celos, tenemos que dejarlos fluir y superarlos, respetar los acuerdos a los que se llega con el resto de personas. Son actitudes que creo también ayudan muchísimo si decides disfrutar de una vida en el poliamor.
Por último, pero no menos importante, cuando la relación poliamorosa incluye prácticas sexuales con múltiples amantes, cobran más protagonismo las precauciones para evitar las infecciones de transmisión sexual y los embarazos no deseados.
P: ¿Es incompatible con tener celos?
R: Aquí hay una buena noticia y otra mala. La mala es que a la gran mayoría nos educan en los celos para “mantener” una relación cueste lo que cueste y es muy, muy difícil no sentirlos en algún momento. La buena noticia es que, como todo lo aprendido, se puede desaprender. Incluso de ellos podemos sacar lecciones y aspectos positivos.
Mi ejercicio personal para atravesar los celos, y que éstos me ayuden a crecer en vez de destruirme, es descubrir el verdadero sentimiento que ocultan. La palabra “celos” no significa nada, hay que buscar el sentimiento que nos provoca verdaderamente el malestar (competitividad, egoísmo, posesión, envidia, ira, resentimiento, baja autoestima, tristeza…). Una vez has detectado el sentimiento, es más fácil lidiar con él.
Conocer a tus metaamores también ayuda a prevenir los celos. En nuestra imaginación, es más fácil verlos como rivales y en nuestra mente, siempre son más simpáticos, más inteligentes, con más éxito profesional y más guapos. Luego los conoces y son gente normal, con sus luces y sus sombras. Y cuando una persona pasa de ser una teoría en la mente a alguien que conoces, la humanizas, siendo más sencillo empatizar e incluso por qué no establecer una relación cordial de apoyo mutuo.
Gracias a la colaboración de Lola y Poliamor Madrid, teinteresa.es ha podido realizar este artículo y otros que se publicarán en las próximas semanas.