La revista Nature Cell Biology
ha publicado el estudio de unos investigadores europeos y asiáticos que han descubierto la conexión entre un oncogén, un modulador epigenético y un regulador anti-apoptótico durante la iniciación del cáncer de hígado. Esta investigación ayudaría a detectar y prevenir dicho cáncer de forma precoz así como en el desarrollo de nuevas moléculas que combatan los estadíos tempranos del mismo.Según el medio SINC, la investigación ha sido liderada por el vicedirector de Investigación Básica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Erwin Wagner, que ha demostrado como un regulador génico inducido por estrés, AP-1, controla la supervivencia de las células tumorales en las fases iniciales del cáncer de hígado. Para detectarlo utilizaron modelos genéticos de ratón.
Estudiando su mecanismo, demostraron que controla la expresión del modulador epigenético SIRT6, que a su vez controla la expresión de Survivin, una proteína que evita la muerte celular programada o apoptosis. Además, cuando los científicos alteraron transitoriamente estas proteínas en ratones con estadíos iniciales de la enfermedad, observaron una importante disminución en el desarrollo de este tipo de tumores.
La aplicación de esta investigación en humanos se llevó a cabo analizando a más de 150 pacientes procedentes de Asia y Europa. Observaron una correlación entre los niveles de estas proteínas y la iniciación del cáncer de hígado, pero no en aquellas muestras de pacientes con HCC avanzado que causa actualmente más de 500.000 muertes al año en el mundo.
Según el estudio, estos resultados conectan el inicio del proceso canceroso en el hígado con la epigenética y la muerte celular, y dan nuevas pistas que pueden explicar por qué algunas enfermedades metabólicas, donde se sabe que SIRT6 es importante, aumentan el riesgo de contraer cáncer de hígado.
Latifa Bakiri, investigadora del CNIO participante en el estudio afirma que “El estudio molecular en ratones en combinación con análisis de muestras humanas apropiadas puede ser clave para el desarrollo de terapias preventivas en grupos de alto riesgo, como aquellos con cirrosis hepática o pacientes a los que se les ha sometido a resección quirúrgica”