La intolerancia a la lactosa es algo que erróneamente podríamos creer que ocurre solamente en los niños. Pero esto no es así. Claro que hay niños que tienen intolerancia a la lactosa pero cada vez más personas desarrollan con el trascurso de los años intolerancia a la lactosa, lo que en muchas ocasiones se convierte en un problema muy incómodo. Las personas que descubren que la lactosa les afecta tienen serias limitaciones no solo en consumir leche y derivados lácteos, sino toda una serie de alimentos que en su elaboración pueden contener lactosa como panes, embutidos, bollería y un largo etcétera.
Empecemos entonces por el principio que no es otro que contarles brevemente que es la lactosa.
La leche de los mamíferos como pueden ser las vacas, las cabras, ovejas y el propio humano, contienen un azúcar propio que se llama lactosa. La lactosa es un disacárido, eso significa que está formado por dos azúcares, que en el caso de la lactosa son la glucosa y la galactosa.
Cuando tomamos leche o algún producto lácteo, la lactosa llegará hasta el intestino delgado y ahí tendrá que desdoblarse en los dos azúcares que la componen, glucosa y galactosa. Para que la lactosa se desdoble en estos azúcares, en el intestino delgado existe una enzima que se llama lactasa. La lactasa es entonces la enzima que rompe la lactosa en sus dos azúcares que la componen. Si los niveles de lactasa no son adecuados, la lactosa no será desdoblada y no podrá digerirse. Entonces, al no poderse digerir la lactosa, se producen una serie de trastornos intestinales. Entre estos trastornos destacan náuseas, dolor abdominal, diarreas y vómitos entre otros. Pero también la no digestión de la lactosa podrá producir otros problemas generales como cansancio, abatimiento y dolores en brazos y piernas.
En el ser humano, la actividad de la lactasa se reduce a partir de los 3-5 años hasta casi en un 10% de su total en la edad adulta. Es decir, con el paso de la edad, la actividad de la lactasa va disminuyendo progresivamente y esta disminución no es igual en todas las personas, habiendo algunas en las que la reducción de la lactasa es tan importante que les hace intolerantes a la lactosa y por lo tanto al consumo de productos lácteos.
Hay varios factores que tienen influencia en la aparición de intolerancia a la lactosa. El primero parece que existe una distribución geográfica que favorece la intolerancia a la lactosa. Esta distribución geográfica tiene una relación con el hábito de tomar leche. Así, en los pueblos que se han alimentado generación tras generación de la leche de los animales, hay menos casos de intolerancia a la lactosa que aquellas personas que viven en lugares que el consumo de lácteos es menor. La mayoría de la población mundial adulta tiene déficit de lactasa aunque hay dos excepciones importantes que son las poblaciones del norte y centro de Europa. Los daneses y suecos en casi un 90% si pueden consumir lactosa sin problema. Sin embargo, según nos movemos hacia el sur de Europa la persistencia en la actividad de la lactasa es menor. En los pueblos de tradición nómada, por ejemplo en las zonas desérticas afro-arábicas, donde es importante la dependencia a la leche, también existe tolerancia alta a la lactosa.
Dicen los expertos que en España, aunque mucha gente puede desconocer que lo es, casi entre el 20-50% de la población es en alguna medida a la lactosa.
La intolerancia a la lactosa, tampoco tiene que ser un todo o un nada. Hay personas que pueden tolerar pequeñas cantidades de lactosa, pero cuando cruzan un umbral de ingesta de lactosa, es cuando sufren los síntomas.
La pregunta que ahora supongo se estarán haciendo todos ustedes queridos lectores de estas líneas de Teinteresa será ¿por qué unas personas son intolerantes a la lactosa y otras no?. ¿De que depende?.
La respuesta se encuentra en nuestros genes. El gen que hace que se forme lactasa puede tener alteraciones. Como recordarán por otros artículos anteriores, cada uno de nosotros tenemos dos copias de cada gen, una proveniente de nuestra madre y otra de nuestro padre. Cuando las dos copias del gen son idénticas decimos que somos homocigotos para ese gen. Pero si una de las copias es diferente a la otra entonces decimos que somos heterocigotos para ese gen.
Se ha visto que cuando las dos copias del gen de la lactasa no tienen alteraciones las personas son tolerantes a la lactosa. Sin embargo si tenemos las dos copias del gen de la lactasa alteradas, entonces desarrollaremos intolerancia a la lactosa. Las personas que solamente una de las copias del gen de la lactasa está alterada son las que probablemente soporten en algún grado limitado la ingesta de lactosa.
Dice la historia que la aparición de las alteraciones genéticas que produjeron en la especie humana la aparición de intolerancia a la lactosa ocurrió hace unos 8000 años. Pensemos que la ganadería comenzó en Egipto hace unos 7000 a 9000 años.
En el antiguo imperio romano, el consumo de leche era escasísimo. Si consideraban sin embargo que la leche tenía propiedades rejuvenecedoras. Tanto es así que Popea, la esposa del emperador Nerón llevaba en sus viajes un rebaño de 300 burras, para que por la mañana cuando las ordeñaban, ella tuviera leche suficiente para bañarse en una bañera que también llevaba consigo y que era de plata. Se atribuye a Popea el invento de una mascarilla cuya base era la leche de burra que ella se aplicaba en la cara por la noche.