A pesar de que la pandemia de COVID ha colocado a la salud mental en el debate social, también ha hecho más evidente las necesidades de las personas con estas enfermedades. En este marco, los expertos reclaman equiparar las enfermedades mentales al resto de patologías en cuanto a su relevancia pública, con el fin de lograr una equidad en el acceso a recursos y nuevas terapias. Así lo han manifestado en el marco del X Encuentro VIVE «El arte de guiar el futuro de la Neurociencia», organizado por Janssen Pharmaceutical Companies of Johnson & Johnson, con el aval de las sociedades españolas de Psiquiatría (SEP) y de Psiquiatría Biológica (SEPB). Una cita que cumple una década y que ha reunido a cerca de 400 profesionales de Salud Mental de toda España para debatir sobre la evolución de la especialidad, los retos en el abordaje de las enfermedades mentales, así como en las Neurociencias en general.
En este contexto, la profesora Ana González-Pinto, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Álava y catedrática de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco, ha explicado que «en esta edición, como novedad, se ha celebrado un debate interactivo sobre el papel de la Psiquiatría en el año 2022 y se han abordado temas sobre equidad, integración completa en la sanidad general, prevención del suicidio y acceso a la innovación. Se cumple el décimo aniversario de estos encuentros y, como desafío, destacaría la necesidad de equidad, tanto en cuanto a recursos humanos con el resto de Europa, como en la inversión en innovaciones frente a las enfermedades mentales».
En esta misma línea se ha manifestado el profesor Miquel Roca, catedrático de Psiquiatría y Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de las Islas Baleares, que ha insistido en que es preciso mejorar el acceso a los servicios sanitarios públicos y a los progresivos avances en innovación terapéutica. «Es momento de situar a los trastornos mentales entre los ejes fundamentales de las políticas públicas. Asimismo, debemos avanzar en los subtipos clínicos de los trastornos mentales, en personalizar los tratamientos para que sean cada vez más efectivos y con mejor tolerabilidad y en financiar líneas de investigación cada vez mejor estructuradas», añade.
Durante los últimos diez años se ha podido evolucionar en el conocimiento de las bases etiológicas y genéticas de los trastornos mentales, así como en poder disponer de nuevos tratamientos, con un mejor perfil de tolerabilidad y eficacia. «A nivel terapéutico», explica el profesor J. Antoni Ramos-Quiroga, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Vall d ́Hebron de Barcelona y presidente de la Comisión Innovación de este mismo centro, «cabe destacar la disponibilidad de nuevos tratamientos antipsicóticos de segunda generación inyectables de liberación prolongada con una duración incluso de hasta seis meses para personas con esquizofrenia, así como nuevas vías de tratamiento para la depresión resistente, con nuevos mecanismos de acción y con un inicio de acción mucho más rápido, aportando mayor eficacia a corto y medio plazo».
La doctora González-Pinto reconoce que en esta década se ha evolucionado respecto a contar con unos fundamentos mucho más firmes que sustentan los abordajes terapéuticos. «Conocemos la neurobiología de la psicoterapia, tenemos nuevas vías de administración de fármacos, nuevos mecanismos de acción que nos permiten llegar a pacientes que antes no respondían a los tratamientos. Sin embargo, el estigma sigue estando ahí y es, en gran parte, el responsable de esta falta de equidad y de recursos para su atención», subraya.
En concreto, en el ámbito de la esquizofrenia, señala como retos «la necesidad de que las personas puedan acceder al tratamiento farmacológico y psicológico nada más empezar con los síntomas, además de la importancia de que puedan llegar a los recursos sociales y laborales en las mismas condiciones que cualquier ciudadano«.
En lo que respecta al abordaje de la depresión, el doctor Ramos-Quiroga hizo referencia a la necesidad de plantear una aproximación más personalizada e individualizada. «El desafío es poder diferenciar para cada persona qué tipo de antidepresivo sería el más recomendable. Sin duda, necesitamos poder disponer de tratamientos que acorten el tiempo de respuesta de los antidepresivos, con un buen perfil de tolerabilidad y de eficacia«, indica.
Más allá del avance en los tratamientos, los expertos también han destacado el progreso en la implantación de nuevas estrategias de intervención a nivel comunitario, como la atención intensiva a domicilio, así como en la implementación de recursos de salud digital para los trastornos mentales y en la humanización de la atención global en salud mental.
Retos en la atención a la salud mental
Además de la necesidad de equidad en el acceso a recursos humanos y tratamientos innovadores más seguros y eficaces, los profesionales insisten en seguir trabajando en mejorar los recursos públicos y privados destinados a la rehabilitación psicosocial y laboral de estas personas. «La COVID ha puesto en primer plano el tema de la salud mental, pero lo cierto es que se sigue sin dar los pasos necesarios a nivel de las administraciones para poder atender las demandas de estas personas», matiza el doctor Ramos-Quiroga.
Para la doctora González-Pinto, «en la medida que se cuenta con herramientas para ayudar a estos pacientes a tener una mayor adherencia a los tratamientos, los esfuerzos se centran en avanzar en el conocimiento de los diferentes perfiles de pacientes, la influencia de factores ambientales como la soledad, el trauma, el consumo de sustancias. Un gran reto es también la prevención del suicidio, donde aún estamos lejos de tener implementada al completo una estrategia a nivel nacional. En definitiva, es imprescindible abordar las enfermedades mentales como enfermedades biopsicosociales».
En cuanto a retos, el doctor Roca señala que, «a pesar de que contamos con un sistema sanitario público afianzado, con excelentes profesionales, se requieren mejoras en la Atención Primaria, nivel asistencial donde recae el diagnóstico precoz y el primer abordaje de los problemas mentales».
En el foro también se dedicó un espacio a debatir sobre la evolución de esta especialidad. Para los expertos, es momento de aprovechar el protagonismo que tiene ahora la salud mental para seguir poniendo a esta especialidad en valor, logrando un mayor interés social y político, dirigido, entre otras cosas, a conseguir una mayor inversión en investigación, teniendo en cuenta la dificultad que entraña en este ámbito, dada la complejidad en el acceso al tejido cerebral y la necesidad de contar con registros sistematizados que posibiliten la realización de estudios con big data.