Septiembre. Te has comprado una nueva agenda y muchos bolis de colores para afrontar, como si de año nuevo se tratase, un sinfín de »to do lists». Los propósitos para el nuevo curso se te acumulan: tratar mejor a tus compañeros de trabajo, ser más productivo, no llegar tarde al trabajo, levantarte pronto para no tener que beberte el café dentro de la ducha, etc.
Y además ha terminado Juego de Tronos y no tienes excusa para bajar al bar a comentarlo todos los lunes.
Si acabas de volver al trabajo y ya estás pensando en el viaje que vas a hacer en Navidad, lo siento, es que algo estás haciendo mal. Quizá sea el momento de pararte a pensar el qué. Y cuando lo hayas encontrado puede que todo cambie, o puede que no, pero al menos sabrás mucho más sobre quién eres y por qué haces lo que haces.
Es lo que en la filosofía oriental se conoce como »el camino del zen». Un camino que es diferente para cada persona. Un camino que este artículo no pretende simplificar sino esbozar.
Tener un objetivo
«Nuestra mente consciente puede decidir desde su libertad y apoyada por el corazón, que ya es hora de cambiar. Algo dentro nos dice que la vida que llevamos o no es lo que queríamos o que hay algo más por descubrir. Es por eso que hay que aprovechar esos momentos de “lucidez” para ir haciendo el nuevo camino», explica Naylín Núñez, de Yogaesmás.
Por eso, antes de empezar una nueva etapa, es imprescindible una reflexión. La mayoría de las filosofías orientales (el budismo, el confucianismo o el taoísmo) incluyen algún tipo de meditación. La mente consciente es básica, saber qué quieres cambiar o cuál es tu objetivo, para poder tomar los pasos que te lleven hasta ello.
Salir de la zona de confort
Esta experta en yoga y mindfulnes explica también la importancia de «salir de tu zona de confort» y entender que nada cambia si no se cambian la forma en que vemos el mundo. Y ese es el primer paso del »camino».
Lo explica con una fábula tradicional:
En »El cuento de la vaca», un maestro y su discípulo caminan por un pueblo especialmente pobre y el maestro decide que se alojarán con la familia con más dificultades de la zona. Llegan entonces a una pequeña cabaña en la que una familia sobrevive solo con lo que les da una raquítica vaca. Apenas algo de leche y queso. Al partir al día siguiente, el maestro saca un cuchillo y mata a la vaca. Su discípulo, entre lágrimas, le increpa: ¿Cómo has podido ser tan cruel? Esa vaca era el único bien material de que disponía esa familia. Los has arrastrado a una muerte segura…
Pasan varios años hasta que maestro y discípulo vuelven a la aldea y se acercan a visitar a la familia. La casa en ruinas había dado paso a una mansión con grandes cultivos alrededor. Reunidos en un entorno de abundancia y felicidad, el padre de familia les explicó su historia: Hace unos años, algún desaprensivo nos mató la única fuente de sustento que teníamos, una vaca. Desesperados, empezamos a buscar nuevas fórmulas para sobrevivir. Vimos la oportunidad de crear un pequeño huerto en la zona donde dormía la vaca. Probamos varios cultivos y seleccionamos los más productivos. La muerte de la vaca pudo arrojarnos al vacío pero nos empujó a pensar y progresar y gracias a eso hoy nos sentimos orgullosos de nuestro presente y encaramos entusiasmados nuestro futuro.»
Controlar las frustraciones
Otra de las enseñanzas básicas de la filosofía oriental está en la diferencia entre lo que deseamos por costumbre y lo que realmente queremos o nos hace felices. Es la diferencia entre la mente consciente y la inconsciente. Deseamos lo que no podemos tener y, una vez lo conseguimos, deseamos algo aún mayor, más caro, más difícil de conseguir. Y el deseo de lo que no podemos tener crea, sencillamente, frustración.
Lo explica Alan Watts en su libro El Camino del Zen, el verdadero sabio no deja que las pasiones o las necesidades terrenales provoquen nada en él, ni ira, ni gusto; al contrario, se deja «mecer por el viento». Como si de un niño o un borracho se tratase «ama y nutre todas las cosas, pero no las señorea», no las intenta controlar.
El autoconocimiento
Por eso, para evitar las frustraciones es imprescindible el autonocimiento. Definir cuales son nuestros objetivos y qué queremos hacer es imprescindible.
«En uno de mis viajes a India me encontré con una maestra con la que hice muy buena amistad. En una de nuestras conversaciones me dijo: ¿Qué quieres en tu vida?. Yo lo tenía muy claro: Despertar y acompañar a otras personas que también quieran liberarse de condicionamientos y vivir desde el corazón. En palabras más sencillas: ser feliz desde lo que soy y estar disponible para los que pueda acompañar en su camino. Entonces, que todo lo que hagas sea enfocado en eso – me dijo», explica Naylín.