La explicación del éxito ciudadano parece clara: ante la agresiva campaña secesionista de los nacionalistas catalanes, una minoría de votantes catalanes -los más españolistas- se han movilizado con idéntica energía pero en sentido contrario.
¿Donde depositar toda esta energía en favor de la unidad nacional? Como a los más cañeros el PP se les queda corto, la respuesta parece clara: Ciutadans. El programa de este partido se ajusta como un guante a la necesidad de estos votantes, que en su mayoría provienen del cinturón industrial de Barcelona. Albert Rivera es una nacionalista españolista de corte populista y trasversal; quieren luchar contra la corrupción, los privilegios de la casta política y a nivel económico lo mismo propicia la intervención del Estado que la libre economía.
Y luego está el facto personal, el liderazgo de Rivera, que es un político hábil, rápido, joven, desacomplejado, con un discurso coherente y bien trabado, un discurso que resulta perfecto para esos votantes, posiblemente todavía más jóvenes como Rivera, a los que les importa la unidad de España… y poco más.