Tailandia puso hoy fin a los cinco días previstos para las exequias del rey Bhumibol y también al año de luto decretado tras la muerte del monarca y que ha servido a su hijo, el rey Vajiralongkorn, para empezar a afianzarse en el trono.
Las honras fúnebres concluyeron con el reparto de las cenizas y los huesos del anterior soberano, incinerado el jueves, entre dos templos y el Palacio Real, cuyo nuevo inquilino ha comenzado por manejar sin ambages en estos doce meses las riendas del Estado.
Vajiralongkorn sucedió a su progenitor en medio de polémicas versiones de una azarosa vida amorosa y de algunas excentricidades, divulgadas en redes sociales por disidentes y promovidas por élites tradicionales que no le veían con buenos ojos como delfín.
Entre esas versiones -de las que no se hizo eco la prensa local por la ley de lesa majestad, que castiga con hasta 15 años de cárcel a quien emita comentarios que se consideren injuriosos contra la Corona-, destacaba un presunto desinterés por los asuntos públicos.
El nuevo rey, décimo monarca de la dinastía Chakri y que reina con el nombre de Rama X, no tardó en desmentir ese último extremo.
Poco después de ser proclamado exigió modificar la Constitución aprobada en referéndum en agosto de 2016 -dos meses antes de su entronización en octubre de ese año-, para dotar de más poder a la Casa Real de manera previa a que la Carta Magna entrara en vigor.
La medida fue seguida en mayo por la decisión de la Corona de asumir el mando de cinco agencias estatales responsables de la seguridad y asuntos reales que dependían hasta ese momento de la oficina del primer ministro, el Ministerio de Defensa y la Policía.
La enmienda más controvertida la aprobó en julio el Parlamento para que el patrimonio real quede bajo el único control del rey.
El ministerio de Finanzas era hasta entonces el encargado de dirigir esa institución, la mayor corporación tailandesa con una cartera de inversiones en propiedades y empresas que Forbes valoró en unos 35.000 millones de dólares (31.500 millones de euros).
Vajiralongkorn se ha garantizado con esas medidas más parcelas de poder que su propio padre y lo ha hecho en detrimento de las fuerzas de seguridad, que junto a la Corona ocupan la cúspide del extenso aparato burocrático que tradicionalmente ha gobernado en el país.
La repercusión que los cambios introducidos por el nuevo soberano tengan en ese binomio de poder constituye un enigma.
La hoja de ruta en el proceso de consolidación de Vajiralongkorn prosigue con su coronación, prevista para el 26 de diciembre y una ceremonia que es una suerte de consagración real que tendrá lugar casi un año antes de la celebración de elecciones generales.
Las condiciones en que se desarrolle la cita electoral son otra incógnita tras ser convocada para noviembre de 2018 por el primer ministro, general Prayut Chan-o-cha, después de aplazarla de forma sucesiva desde que en 2014 tomara el Gobierno en un golpe de Estado.
Los partidos registrados legalmente en Tailandia tienen prohibida la actividad política desde esa última asonada militar, y no se ha anunciado oficialmente cuando se revocará la prohibición.
Tampoco se conoce si podrán presentarse los hermanos Thaksin y Yingluck Shinawatra -ambos ex primeros ministro derrocados por el Ejército y ambos en el exilio-, cuya formación populista Puea Thai ha ganado todas las legislativas organizadas desde 2001 en el país.
La posible participación como candidato del propio general Prayut bajo condición de civil es el tercer interrogante; el actual primer ministro militar no lo ha descartado públicamente pero ha precisado que anunciaría su decisión definitiva «a su debido momento».
El Ejército ha protagonizado 20 golpes o intentos golpistas desde la abolición de la monarquía absoluta en 1932, y no es previsible que Prayut tome esa decisión sin la aprobación de la Casa Real; ninguna de esas asonadas militares ha puesto en cuestión la Corona.
«Ignoro el futuro. Siempre pueden surgir problemas pero no hay indicios de que hasta ahora se hayan producido conflictos» (entre el Ejército y la Casa Real), dijo a Efe el académico e historiador Tongthong Chandransu, especialista en la monarquía tailandesa.
«En este primer año la vida ha continuado con absoluta normalidad», recordó el experto, en alusión a las predicciones que vaticinaban un ciclo de inestabilidad tras la muerte del popular Bhumibol, venerado después de siete décadas de reinado.
«El estilo es distinto», admite Tongthong, que a continuación asegura que «lo importante es que desde la muerte del rey Bhumibol los tailandeses hemos seguido siendo una gran familia».