1. Iglesias no es imbatible
La consulta que ha tensionado a Podemos hasta límites desconocidos fue un órdago que Pablo Iglesias lanzó por sorpresa para asegurarse un paseo militar en el congreso de Vistalegre 2, donde nadie pudiera discutirle, no ya el liderazgo, sino el modelo de partido que quiere para Podemos. Iglesias tenía motivos para confiar en su fuerza. Siempre había superado el 80 por ciento en las consultas internas, como las que se realizaron para aprobar la alianza electoral con IU y la que avaló su candidatura a las elecciones generales. Sin embargo, este jueves Iglesias apenas ha alcanzado el respaldo del 41 por ciento de la militancia, solo 2.400 votos más que los alcanzados por Íñigo Errejón. La de Iglesias ha sido una victoria amarga. La derrota de Errejón tiene sabor de regalo inesperado.
2. Nadie cuestiona su liderazgo, pero tendrá que pactar
Ni los ‘errejonistas’ ni los ‘anticapitalistas’ de Miguel Urban cuestionan el liderazgo de Iglesias. Pero ambos sectores, muy separados en la estrategia política e ideológica, coinciden en defender una formación más abierta, plural y descentralizada de la que propone el secretario general. Ese modelo de organización interna ha obtenido más votos que el defendido por el líder de Podemos: 41,5 de éste frente al casi 50 por ciento que suma el respaldo a las tesis de Errejón y Urban. Como se han apresurado a destacar Errejón y Urban, “las propuestas que reclaman sistemas más mayoritarios suman más apoyos que la que finalmente venció”. Las tres facciones de Podemos, ‘pablistas’, ‘errejonistas’ y ‘anticapitalistas’, han leído los resultados como un llamamiento al pacto. Ahora el acuerdo pasa necesariamente por las cesiones de Pablo Iglesias, dado que su órdago no le ha permitido concitar la mayoría que pretendía para manejar Vistalegre 2 a su antojo. Si quiere derrotar a Errejón, tendrá que pactar con los ‘anticapitalistas’ como ya ha hecho en Madrid.
3. Errejón sale reforzado
Los ‘pablistas’ estaban convencidos de un triunfo indiscutible. Horas antes de conocerse el escrutinio, Juan Carlos Monedero aventuraba que «si Íñigo pierde el resultado de hoy, tiene que ser coherente y entender que ha echado un pulso y lo ha perdido». Y decía más: si la propuesta de Pablo Echenique resulta ganadora, «Pablo va a ganar también Vistalegre 2» y «eso dejaría en una situación muy complicada a Íñigo Errejón en la dirección”. Pues bien, la propuesta de Echenique e Iglesias ha ganado, pero solo con el 41,5 por ciento del apoyo de la militancia. Tras el escrutinio, Monedero tuvo que escribir: «Hay un porcentaje alto de los inscritos en Podemos que, vista la distancia entre las dos listas y el resultado de la tercera, reclama diálogo». Era el reconocimiento, sin citarlo, al inesperado éxito de Errejón, que ya no podrá ser purgado. El ‘número dos’ de Podemos se enfrentaba por primera vez al ‘número uno’ en las urnas y apenas dos puntos les han separado. “Hay un clamor por salir de la lógica del plebiscito y del todo o nada y reconocer el peso que tiene cada cual es nuestra organización», defiende Errejón.
4. ¿Se enfrentarán en Vistalegre?
Iglesias trata de rebajar las consecuencias políticas del revés recibido en las urnas. Habla de una consulta de carácter “meramente técnico” y «no creo –dice- que una votación sobre cómo tenemos que votar en Vistalegre sea el equivalente a cómo puede valorar la gente las diferentes posiciones estratégicas que se pueden dar en el debate político». «En las cuestiones electorales, lo técnico es siempre directamente político», responde Errejón. Lo cierto es que nunca antes Iglesias se había tenido que fajar con tanta intensidad para sacar adelante un debate “meramente técnico”, hasta el punto de tener que advertir de que dejaría la dirección si tuviera que encarnar un proyecto político distinto al suyo.
El debate “técnico” de cómo votar en Vistalegre 2 es el trampantojo de la auténtica cuestión que divide a las facciones de Podemos: la estrategia política. Porque es la estrategia (¿cómo ganar las elecciones?), no el proyecto político ni su objetivo final (impugnar el régimen del 78), lo que separa a Iglesias y Errejón. Éste apuesta por la seducción (“No ganaremos hasta que la sociedad española no nos vea como una alternativa de orden”); aquél, por el combate en la calle (“subordinando el trabajo parlamentario a una estrategia más amplia de construcción de contrapoderes e instituciones sociales alternativas”).
¿Llegarán a un acuerdo político o se enfrentarán en Vistalegre 2? Esa es la cuestión
[Lee aquí: «Un viejo debate», por Agustín de Grado]