Mito 1. El presupuesto de la UE es enorme. En realidad no lo es tanto. En 2013 fue de 150.000 millones de euros, cincuenta veces menos que el gasto público de los 27 países miembros, que asciende a 6,3 billones. Teniendo en cuenta que hay 500 millones de habitantes en la UE, cada uno pagaría menos de un euro al día para sufragar el presupuesto europeo. Sólo Alemania gastó en 2013 más del doble del presupuesto europeo – 302.000 millones de euros –, que es más o menos parecido que el de países de tamaño mediano como Austria – 8,5 millones de habitantes – o Bélgica – 11 millones de habitantes –.
Mito 2. El presupuesto de la UE está destinado a mantener una administración mastodóntica. Otro mito completamente falso. En realidad, sólo el 6% del presupuesto europeo está destinado a sostener sus gastos administrativos, incluidos los salarios, que serían aproximadamente la mitad de ese porcentaje, es decir, sólo ocupan el 3%. El otro 94% se invierte en políticas industriales, en la lucha contra el cambio climático, las políticas de empleo y crecimiento, la migración y la delincuencia transfronteriza, entre otros retos. La Comisión Europea ha llevado una política de crecimiento cero en los últimos años y ha congelado los gastos administrativos. Su política de ahorro con sueldos y derechos de pensión más bajos prevé un ahorro de 5.000 millones de euros en 2020.
Mito 3. El presupuesto europeo está en constante crecimiento, mientras que la tendencia de los países es a la baja. Es cierto que el presupuesto de la UE aumenta un poco cada año. En 2012 este presupuesto fue de 140.000 millones de euros y en 2013 subió hasta los 150.000 millones, un 6,6% de aumento. Entre 2000 y 2010 los presupuestos de la UE aumentaron un 37% mientras que en el mismo período, los presupuestos nacionales de los países miembros subieron casi el doble, con un 62% de media. Esto quiere decir que ambos presupuestos tienen una tendencia al alza, pero la de los presupuestos nacionales es mucho mayor.
Mito 4. El gasto del presupuesto de la UE es fraudulento y carece de controles. Al igual que los países cuentan con uno, existe un Tribunal Europeo de Cuentas con la misión de certificar y controlar cómo se gasta el presupuesto europeo. Esto no quiere decir que todo el gasto esté perfectamente fiscalizado ya que el mecanismo todavía tiene algún margen de error que se sitúa en torno al 5% en el caso de los fondos de cohesión. En cualquier caso, esta tasa de error viene a garantizar que al menos el 95% de los fondos se emplea correctamente. En realidad, las sospechas de un uso fraudulento de los fondos europeos se limitan al 0,2% del presupuesto, aunque esto no quiere decir que no pueda haber otros fraudes ocultos.
Mito 5. La UE tiene un coste excesivo para unos ciudadanos cargados de impuestos. Un ciudadano europeo tiene que trabajar por término medio hasta bien entrada la primavera para pagar sus impuestos nacionales, que están en torno al 40% de sus ingresos. Sin embargo, de acuerdo con el salario medio europeo no tendría que trabajar más que hasta el 4 de enero para satisfacer su contribución al presupuesto de la UE, que es de unos 300 euros por persona.
Mito 6. La UE quiere introducir un impuesto directo para sufragar sus ingresos. Esto es falso, en ningún caso se ha planteado la idea de implementar un impuesto directo. La Comisión europea no quiere convertirse en un nuevo recaudador de impuestos y ninguna de las ideas que se plantean para aumentar los recursos propios incide en la carga fiscal de sus ciudadanos. De momento la UE se sufraga con sus propios recursos, que vienen del pago de Aduanas, de las cotizaciones del azúcar, de un porcentaje del IVA, de lo que aporta cada país en función de su PNB y de las multas, sanciones e impuestos derivados de los salarios que paga.
Mito 7. Todo el presupuesto de la UE va para los agricultores. En 1985, efectivamente, el 70% del presupuesto de la UE fue a parar a los agricultores, aunque la tendencia ha sido desde entonces decreciente y en 2011 sólo el 30% del presupuesto se fue a las ayudas directas a los agricultores y otro 11% fue destinado a la inversión para el desarrollo agrario. En cualquier caso, cabe decir que la agricultura es la única política que se financia en su totalidad con inversiones europeas, lo que quiere decir que los presupuestos nacionales apenas deben ocuparse de esta área. En 2013, las ayudas directas ocuparon el 29% del presupuesto y la inversión al desarrollo rural el 10,7% lo que confirma esta tendencia lentamente decreciente.
Mito 8. La Política Agraria Común perjudica a los agricultores del resto del mundo. Durante años, la Unión Europea mantuvo una política agraria proteccionista que pudo perjudicar el comercio de los países africanos y en vías de desarrollo pero a día de hoy, estos países pueden acceder a los mercados europeos con aranceles bajos o nulos hasta el punto de que, el 70% de las importaciones agrícolas de la UE proceden de países en desarrollo. En la actualidad, el agricultor medio europeo no recibe más subvenciones que su homólogo norteamericano y la Unión Europea se ha convertido en el mayor socio comercial de África, siendo receptor del 40% de sus exportaciones. La UE recibe un 20% más de exportaciones de productos agrícolas de países en desarrollo que la suma de EEUU, Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
Mito 9. Las políticas de cohesión son una especie de organización benéfica cara. Las políticas de cohesión son inversiones orientadas al futuro con el objetivo de resultar beneficiosas para todo el conjunto de la Unión. Uno de los índices que clarifica su utilidad es el aumento de las exportaciones entre las regiones que se benefician de estos fondos y el resto de la UE. Además, hay un vínculo directo entre la política de cohesión y el crecimiento del conjunto de la UE. Las políticas de cohesión puestas en marcha en el período 2000-2006 han supuesto un aumento del 0,7% del PIB de los 25 en 2009 y se estima que repercutirá en un 4% en 2020. No hay que olvidar que las relaciones comerciales entre los estados miembros suponen entre el 60 y el 80% de sus exportaciones. En el período 2000-2006 se estima que el retorno por cada euro invertido fue de 2,1 euros y que este retorno se duplicará en 2020 hasta los 4,2 euros.
Mito 10. El destino del presupuesto de la UE está en manos de unos pocos eurócratas que operan sin un procedimiento democrático. En realidad, el marco general sobre el cual se calculan y se da un destino a los presupuestos se fija en el Marco Financiero Plurianual, que es decidido por el Consejo Europeo por unanimidad, previa aprobación del Parlamento Europeo. Para el diseño de los presupuestos anuales, la UE sigue una hoja de ruta similar a la de los países que la forman. La propuesta inicial viene de la Comisión y debe ser estudiada y decidida por el Consejo y el Parlamento Europeo, que suele aprobar los presupuestos en diciembre.