¿Cuáles son los grande males que asolan a los partidos políticos hoy? El CIS deja claro que la sociedad española ni confía en ellos ni creen que sean capaces de resolver esta situación. Todo el mundo se sorprende de que líderes que han fracasado sigan mandando (la lista es amplia), les sorprende que no toquen a su propia casta pese a que la gente está llegando al límite de la paciencia y el bolsillo. Así, no es de extrañar que PP y PSOE se despeñen. Y no es una buena noticia que la imagen se desgaste de este mod. Para nadie. Porque las alternativas ya se sabe cuáles son. Lo que resulta paradójico es que los propios partidos sean sus enemigos.
¿Cuáles son los razones? Los expertos consultados por Teinteresa coinciden en señalar que los propios partidos propician que no siempre los más brilllantes triunfen. Las listas cerradas y los aparatos de los partidos son más fuertes que nunca (no es práctico que en un organización no haya escalas pero todo tiene un límite). El que da su opinión en exceso, el que no permanece cerca del líder, el que se mueve no sale de la foto. Y esa cultura ha calado. Solo hace falta ver a los candidatos que llegan y ahora suenan para presidentes del Gobierno. Escasos currículos, ideas guardadas en un cajón por si se saben (los que más suben son los novedosos, porque nada de lo que piensan se sabe). Se medra, y en esa actividad la brillantez puede ser contraproducente.
El otro punto vital en los partidos es la financiación. Muchos gastos (increíble en la era de las nuevas tecnologías que se sigan llenando y pagando plazas de toros), escasos ingresos, y una ley de financiación que no resuelve los problemas. Así que los mejores no se meten en política porque se paga mal y porque la imagen del político está por los suelos.
Expertos en Derecho y en Ciencias Política consideran que la reforma de la ley de financiación de partidos aprobada en 2012 ha dado pasos en los límites a las donaciones y en establecer reglas. Por ejemplo, restringe a 100.000 euros cada donación privada al año y obliga a que las superiores a 50.000 euros sean notificadas al Tribunal de Cuentas en un plazo de tres meses.
Pero quedan lagunas en transparencia, y a la espera de que se tramite la norma que regulará el acceso y la publicación de información de interés público –se incluyen las cuentas de los partidos políticos-, las finanzas de las formaciones siguen siendo opacas y su control ineficiente e insuficiente, teniendo en cuenta que el Tribunal de Cuentas funciona con cinco años de retraso.
La opacidad de las cuentas es un lastre para la credibilidad de los partidos y un riesgo ante prácticas corruptas. Fernando Jiménez, profesor de la Universidad de Murcia, pide que los partidos rindan cuenta periódicamente y publiquen los datos de sus finanzas, además de la labor de control que hace el Tribunal de Cuentas, un órgano fiscalizador que, en su opinión, tendría que contar con profesionales independientes y más medios. Además, piensa que debería tener capacidad operativa para detectar a tiempo las irregularidades, por ejemplo, con el cruce de datos con la Agencia Tributaria y la Seguridad. Al menos, el Banco de España puede informar al órgano fiscalizador de la deuda de los partidos políticos (214,6 millones según el ejercicio de 2007, el último publicado).
Sobre las donaciones privadas, el especialista rechaza que se prohíban las que ofrecen empresas con adjudicaciones públicas a las fundaciones, pero sí apuesta por incrementar los controles sobre los contratos públicos.
En cambio, Manuel Villoria, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, es partidario de prohibir que las fundaciones reciban ayudas de las empresas con contratos públicos. En el campo de la transparencia, propone una auditoría interna anual y que haya filtros severos para el cargo de tesorero de partido. También, pide que se tipifique el delito de financiación ilegal de partidos para perseguir de forma más eficaz estas prácticas que ahora se castigan con otras figuras delictivas, como apropiación indebida o cohecho.
El otro de los males que denuncian los partidos es la selección a dedo en las listas, lo que favorecen los clientelismos y tratos a favor. Las listas abiertas a simpatizantes o afiliados es la reivindicación más recurrente de los analistas. Pero hay otras propuestas. José Antonio Gómez Yañez, profesor de la Universidad Carlos III plantea que las ejecutivas de los partidos sean controladas por “parlamentos internos” independientes, y que los cargos orgánicos y los públicos sean elegidos por los afiliados mediante votaciones personales.