Siete años después del comienzo del conflicto sirio, la paz está «lejos», al igual que el fin del incremento de la violencia, lo que ha provocado que el pasado año la cifra de desplazados dentro del país alcanzara su máximo hasta los 2,8 millones de personas, es decir, 7.665 al día.
Lo ha expuesto Acción contra el Hambre en una rueda de prensa en la que ha hecho balance de la situación en ese país con «cifras aterradoras»: 13,1 millones necesitan ayuda humanitaria, 5,6 millones requieren asistencia inmediata y 6,5 millones padecen inseguridad alimentaria.
Además, el 69 % de la población vive en la pobreza extrema, 11,3 millones no tienen acceso a una asistencia sanitaria adecuada, hasta el 35 % depende de fuentes de agua inseguras y ocho de cada diez refugiados que se encuentran en los países vecinos viven en la pobreza.
El director de Incidencia y Relaciones Institucionales de la ONG, Manuel Sánchez-Montero, ha explicado que aunque muchos sirios volvieron a su país el pasado año, a pesar de que aún no es seguro hacerlo, un número mayor tuvo que abandonar sus hogares por la violencia hacia otras zonas del país.
De hecho, según las cifras de Acción contra el Hambre, por cada sirio -desplazado interno o refugiado- que regresó a su casa en 2017, se contabilizaron tres nuevos desplazados, lo que refleja las condiciones inseguras en el país.
«Un dato que nos ha sorprendido en 2017 es que ha habido casi un total de tres millones de nuevos desplazamientos, 2,8, eso nos da un poco la indicación de lo que sigue pasando, el índice de violencia y por tanto de la gran necesidad de la población de seguir desplazándose», ha señalado Sánchez-Montero.
Se trata de desplazados antiguos, pero también de otros nuevos que huyen hacia zonas «más seguras», hasta alcanzar los 7.665 al día.
«Es la cifra de mayor desplazamiento en un solo año desde el inicio del conflicto», ha apuntado este experto, quien ha añadido que la guerra está «lejos de apagarse», ya que «en su octava temporada está en una espiral de incremento de intensidad».
Sánchez-Montero también ha señalado que el «capítulo económico sigue siendo lamentable» porque a día de día a pesar de que el llamamiento consolidado de Naciones Unidas dentro de Siria asciende a 3.600 millones de dólares para cubrir las necesidades más urgentes este año en el país, solo se ha cubierto un 5 % de dicha cifra.
En este sentido, la ONG espera que la Conferencia de Donantes que se celebrará el próximo mes de abril en Bruselas mejore esta situación. No se trata de que se comprometan, «es que pongan el dinero», ha dicho Sánchez-Montero.
Acción contra el Hambre también ha puesto de manifiesto los problemas para incrementar la ayuda a la población «por medidas administrativas».
Asimismo, Sánchez Montero ha asegurado que gran parte de los bancos intermediarios con los que la ONG transita dinero desde España hasta Siria «está haciendo caso omiso de las exenciones humanitarias que las sanciones puestas por la comunidad internacional permiten».
El jefe del equipo de emergencia, Víctor Velasco, también ha hecho una radiografía de la situación humanitaria en Siria y ha insistido en que el «hambre sigue siendo un arma de guerra».
Según ha indicado, existe una gran inseguridad alimentaria en el país, y es que los mercados se encuentran desabastecidos, los campos de cultivo han sufrido grandes daños por los bombardeos, hay cada vez menos cabezas de ganado y se han perdido activos agrícolas como maquinaria para este fin.
A esto se une que en los posibles campos de cultivo hay munición sin explotar con el peligro que conlleva, y para desminarlos el trabajo es bastante lento.
Así las cosas, los representantes de Acción contra el Hambre han redundado en que los derechos humanitarios en Siria son vulnerados «de forma fácil, gratuita e impune» y los efectos de este conflicto que empieza su octava temporada durarán «mucho más allá» de una futura firma de la paz.