“Dame seis hombre fuertes y leales y lograré salir adelante”, decía Margaret Thatcher. Seis debe ser la cifra mágica del poder ejecutivo y así ha debido entenderlo Rajoy.
1. Soraya Sáenz de Santamaría, por supuesto. Intocable. Pierde la exposición semanal ante los medios tras el Consejo de Ministros, pero sigue acumulando tareas.
2. Luis de Guindos, investido ahora con poderes de superministro para moldear la España que, superado el abismo de la legislatura precedente, debe recuperar la fortaleza económica en un mundo globalizado.
3. Rafael Catalá, el hombre tranquilo que se ganó la confianza del jefe desde que Gallardón se ahorcara en la soga que le entregó el propio Rajoy. Eficaz y sin polémicas gratuitas.
4. Fátima Báñez lo tenía fácil: llegaba al día D bendecida por el ‘socio’ Albert Rivera.
5. Íñigo Méndez de Vigo, cazado al lazo para cubrir la espantada de Wert, ahora será además el front-man del nuevo equipo en detrimento de la ‘vicetodo’. Su talante le ha colocado ahí. Son tiempos para el diálogo. Todo un reto.
6. And last but not least, Cristóbal Montoro, achicharrado ante la opinión pública por su poca gracia a la hora de meter la mano en el bolsillo de los españoles, pero incólume en la confianza de Rajoy.
El presidente ha dejado caer a amigos como Jorge Fernández Díaz (su situación no estaba para ser sujetada por ningún lazo entrañable) y José Manuel Margallo (que ya no podrá izar la bandera española en el Peñón), pero no quiere ninguna broma con la caja de caudales. Su hombre es Montoro. Tan antipático como inquebrantable. Pero como se avecina una dura negociación sobre el nuevo modelo de financiación territorial, con trasfondo político en un contexto de chantaje secesionista, la vicepresidenta asume la nueva cartera de administraciones territoriales.
La vicepresidenta, De Guindos, Báñez y Montoro. La espina dorsal del proyecto de Rajoy es intocable. Como la BBC para Florentino. Son los únicos que permanecen junto al presidente desde el primer día. Representan la garantía de que la política económica no es negociable.
Entre los nuevos, Dolores de Cospedal se convierte en la segunda mujer al frente de Defensa, después de Carme Chacón, un ministerio ‘no político’ que le impedirá compaginar con la secretaria general del PP, pero eso es otra historia… O no. A Exteriores llega un funcionario de carrera que, además de conocer el funcionamiento de la UE al dedillo, se aventura menos locuaz que su predecesor. Y a Interior, un veterano, el sevillano Juan Ignacio Zoido. Representación andaluza, como Dolores Monserrat aporta sangre catalana en Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Por último, de la oficina económica de Moncloa salta al Ejecutivo Álvaro Nadal, un JASP para el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital; y a Fomento, otro rostro amable, Íñigo de la Serna, alcalde de Santander.
Rajoy rejuvenece la imagen de su Gobierno, suelta algún lastre inevitable y no duda de quiénes son «fuertes y leales» para acompañarle al timón de la nueva singladura: los mismos que bregaron con él en lo peor de la tormenta. Porque Rajoy lo tiene muy claro y, como Clinton, piensa que lo importante «es la economía, estúpido».